La percepción de crecimiento

Hace unas semanas que llegué con la Primavera. El ciruelo y el almendro estaban vestidos de blanco. El laurel sigue enfermo con un teñido oscuro en sus hojas, pero le han nacido tallos nuevos pintados con el verde intenso de la vida que se renueva pese a todo. El invierno todavía descansaba en las ramas desnudas de las dos moreras y, sin saber cómo, ya son visibles los brotes de los frutos venideros. Mermelada de moras. En alguna mañana del porvenir nos sentamos a desayunar a la sombra del ciruelo y en algún intervalo silencioso paladeamos la esencia del crecimiento y el sabor de las estaciones untados en la tostada.

Crecimiento. Crecer. Hacer el recorrido para que se haga visible, palpable, degustable, lo que somos en estado potencial. Encontrar la libertad de ser plenamente lo que somos. Y me conduce la reflexión a tomar consciencia de cómo la idea de crecimiento ha hecho un giro de 180 grados en mi percepción. La exigencia que antaño le puse al propio crecimiento, ese “quiero más”, más recursos, más conocimiento, más opciones, más de ti… ha cambiado por este “cuánto de grande es el espacio de libertad en mí”. Al fin y al cabo mi corazón es un pajarillo que escribe el canto del aire en las ramas del árbol, aunque a veces exclama la tristeza del encierro, de tantos obstáculos y barrotes que le niegan el vuelo.

En este encuentro de bienvenida a la primavera he podido comprobar que, mientras quedé atrapada en las tormentas y barrizales del invierno, peleándome con las penumbras de la incertidumbre, la Madre Naturaleza seguía gestando nuevos paisajes en el giro del tiempo. Y es porque pude soltar, reconciliarme, aceptar, amar pese a todo, que este pajarillo pudo alzar su vuelo en esos instantes compartidos y escribir en otros corazones el dulce aleteo del amor…

Celebración de Bienvenida a la Primavera / Punto de Equilibrio Garraf – Barcelona

¡¡¡Gracias a todos los corazones que acudisteis al llamado!!! Que los nuevos brotes de cada árbol que somos encuentren su espacio de florecimiento y un canto dichoso en nuestras ramas…