¿De qué depende?

«Ser feliz no depende de nadie»

Ahí andamos, tratando de anclar frases positivas en todas nuestras células y en todos nuestros espacios, sobre todo en los que pisa nuestra realidad. Ya sabemos desde el intelecto. Ya vamos viendo. Pero a veces se resisten las emociones, sobre todo las espesas, las que gritan su hambre de carnaza miserable que las mantenga vivas, y su grito nos araña las entrañas.

En ese reclamo vienen los recuerdos a la mente, las frustraciones, los desengaños, los desencuentros. Y le ponemos un nombre a nuestra desazón, y un rostro, y unos ojos que nunca nos vieron realmente, porque siempre miraron su propio brillo o su propia sombra en el espejo que nuestros ojos ofreció al mirarlos. Es entonces cuando despierta y ruge en nuestro interior la fiera de la desazón y la ansiedad, adormecida e indolente en la letanía de las frases positivas que no alimentan el sufrimiento.

Entonces es cuando digo «Ser infeliz tampoco depende de nadie» Yo alimento la dicha y también el desasosiego. Y cuando me quedo sin fuerzas para la una (la dicha) y para lo otro (el desasosiego), viene el recuerdo de nuestra amistad, el propósito común de ser felices, de ser plenos, de acudir a esa cita que tenemos con el amor auténtico; el que no depende de nadie, el que no pone ninguna puerta delante donde haya que llamar, porque ya nos está llamando desde adentro…

Publicado por

Angela Castillo

Aprendiza de Poeta Maga