Navidad

Entre tantas imágenes navideñas, buscaba esta mañana una que mostrase un gran árbol, uno de ésos con muchas ramas donde colgar todos los momentos que le dieron luminosidad a nuestra vida; con otras ramas que se vayan encendiendo a su tiempo, porque también el Gran Misterio se desvela a sí mismo poquito a poco; con ramas deshojadas de lo que ya no es, que a su vez dejan espacio a otra primavera que se irá gestando en esa misma desnudez…
De pronto me encontré con esta imagen y pensé: ¿Por qué un árbol solitario? Mejor un bosque. ¿Por qué el agua en copas? Mejor un río rebosante de vida? ¿Por qué no un puente que nos conecte y a la vez conectado con la Naturaleza? Un puente por el que se acercan aquéllos a quienes amas y te quieren. ¿Por qué no un Hogar con el fuego encendido, con velas encendidas, con corazones encendidos?
Entre tantas evidencias externas que decoran la Navidad, en las calles, en las mesas, en el comercio… buscaba esta mañana esos breves instantes en los cuales he sentido que se me encendía el corazón. Y de pronto he visto que hay una navidad íntima y personal (que no está sujeta a ninguna fecha ni estación) cada vez que renace el amor en tu corazón. Cada vez que se renueva en ti ese sentimiento de dicha infinita por sentirte conectado, vinculado, unido a algo que no puedes abrazar por completo, pero por lo que te sientes completamente abrazado. Y no puedes sino agradecer por ese presente, ese regalo. Sí, de pronto lo he visto: El Amor es el Gran Regalo, aunque el resto del año nos llegue sin papel de regalo, ni luces, ni decorado…

 

Publicado por

Angela Castillo

Aprendiza de Poeta Maga