Instantes compartidos

Nacen en mí cosas buenas, o se me recolocan las neuronas (las de la cabeza y las del corazón), cuando comparto contigo instantes naturales, francos, sencillos.

Nace el respeto de verdad hacia tu persona, que es la mirada verdadera, sin juicio, de ir conociéndote mejor y más a fondo.

Nace la intuición que no necesita preguntar ¿cómo estás? porque puede leer en tus palabras y en tus silencios que eres libre como tú eres, sin trabas y con tus disparates, sin óxidos y con tus brillos rancios.

Libertad plena de instante presente, libre de futuros y de pasados luchadores por conquistar un espacio que se sobreponga a tanta ausencia de nosotros mismos; ese espacio compartido, natural y sencillo, donde se borran los nombres y nace la paz…

Serenidad

Puntuales a la cita con el Devenir, nada sabemos todavía. Son los primeros compases de una nueva música de encuentro. Pero algo ya sabemos: nuestra puntualidad es que la prisa y el estrés no existen sino como una “diversión” de la mente, que juega a relinchar y a ser un caballo loco o desbocado. Las riendas del caballo interior son la serenidad.
Con actitud serena, incluso en la dinámica de los momentos agitados, hemos aprendido a sujetar las riendas, a encontrar la calma, el remanso de la poesía que no tiene palabras, que canta sin palabras como las gotas que salpican las fuentes o los arroyos, mostrándonos esa quietud activa del “somos-sin-morirnos-mientras-estamos-siendo”…