La sonrisa de Venus

Hay una sonrisa que afloja los músculos del mentón, suaviza el entrecejo, dulcifica la mirada y detiene los pensamientos. Es tan ligera y fugaz que no puedes atrapar su luz. A veces se deja sentir al amanecer, cuando la primera claridad del día perfila la montaña apagando el cielo estrellado. Entonces te regocijas ante la visión de la más rezagada, Venus, que parece decirte con un guiño de destellos: “mi destino es saludar al sol con el alba y despedirlo en el ocaso, pero ¡me gustaría tanto pasar un día con él! ¿Te atreverías a llevarme en tu corazón, para que yo pudiera sentirlo en las horas del día?”. Sucede algo mágico si aceptas el encargo, y es que la luz de esta sonrisa que te decía comienza a brotar en tu pecho y, durante todo el día, con nubes o despejado, se derrama por tus labios…

Publicado por

Angela Castillo

Aprendiza de Poeta Maga