¡Bienvenida Primavera!

En los últimos meses el tiempo se me está manifestando como un proceso que ensancha o encoge los ciclos según mi capacidad de asimilar cada transformación. Observo que la medida de mis tiempos va en función de cuánto tarda en asomar la primavera, despierta y radiante, como culminación íntima de esos procesos de indagación en el retiro interno. Como si la cueva del alma fuese el único abrazo protector cuando zarandea la tempestad y no hay más refugio que el que cada cual puede darse a sí mismo.

Por eso, ¡bienvenida siempre, Primavera! Sea cual sea el momento en el que te manifiestas, ya sea como explosión de vida que se renueva o como implosión de una dicha contenida en el letargo de toda incubación. Bienvenida eres cuando tu aliento sopla en la última fatiga, la que finalmente se rinde a lo evidente y en esa misma aceptación respira tu impulso renovador. Siempre eres, aunque no todas las miradas vean a la vez cómo extiendes tu manto de colores y fragancias en la piel de cada invierno, como si te escondieras a ratos para coser las roturas del tejido vital desgastado por el tiempo. Bienvenida siempre, porque cuando tú asomas y yo te siento, sé que ha merecido la pena el esfuerzo.

Me conduce la imagen a un encuentro en la Cerdanya donde se me entregaron varias prendas para coser. Acepté sin rechistar el encargo de pasarme una mañana haciendo zurcidos. Luego, sin embargo, agradecí por esa meditación con aguja y dedal, pues al mismo tiempo que punteaba a los lados deshilachados de cada roto, sentía que estaba cosiendo un desgarro en el tejido sutil. Hasta que llegué a una prenda cuya rotura era de tales dimensiones que pensé: “No merece la pena el esfuerzo” Fue decirlo y, como una lluvia imparable de retazos e inviernos, se me cayeron encima todos los “no merece la pena” acumulados en la memoria del tiempo.

Por eso eres bienvenida, Primavera, porque llegas a mostrarme tu manto primorosamente cosido, después de haberle encontrado a cada retal su sitio, a cada color sus matices y contrastes, a cada despojo su sentido. Gracias por la comprensión profunda que no hay un basurero donde arrojar lo que no me gusta, que nada queda fuera de mi, que todo está dentro de un mismo proceso: transformación. Pero, sobre todo, llegas para recordarme que siempre merece la pena el esfuerzo de coser en la esencia lo que el tiempo ha roto en el tejido de las relaciones.

Llegas, hoy, ahora, para regalarme este: ¡Sí! Ha merecido la alegría el desgarro, y la tempestad y el proceso, porque, en el empeño de zurcir y entender y aceptar, has podido sentir cómo el amor está bordando con hilos primorosos al otro lado del tejido que vas uniendo...

Como decíamos ayer…

… llega el otoño con sus dorados paisajes, invitando al disfrute de ese sol-y-sombra que no necesita de aires acondicionados ni calefacciones en la naturalidad de nuestras rutinas recuperadas. Y qué adiós puede hacerse en esta bienvenida de estación que no sea quitarse las gafas de sol y ver las cosas sin más filtros que los que cada cual lleva en su mirada, notando de común que ya no escuece en los ojos la luz de los colores que nos circundan.

Y atrás, o al fondo, queda un verano de ritmos rápidos, de actividades a ras de suelo en los sótanos del sistema, o tras el telón de esos escenarios idílicos para las vacaciones y el descanso. Un verano que me invitó a bajar de mi nube de palabras y entrar de nuevo en ese gran puchero sistemático donde los ingredientes del ser humano se cuecen a altas temperaturas, entrechocándose en su ebullición, y en el cual, si se tolera la presión, surge también la sustancia que nutre el propósito de seguir viviendo pese a todo y con todo lo que vivir significa.

Primavera

¡Que sí! Que ya sabemos que todas las primaveras repiten los mismos códigos año tras año. Pero hoy se nos permite repetir que no son las mismas flores, ni los mismos trigos, ni las mismas hojas en los árboles… Ni siquiera cada uno de nosotros somos los mismos, en este viaje precipitado por las estaciones donde, sin embargo, la vida se recrea en su permanente impermanencia, sin dejar de recordarnos que recrearse no es morirse, sino moverse siempre a favor de la vida, cuyo principal propósito es el de no extinguirse nunca.

De hecho, como en un borrón y cuenta nueva, la primavera escribe juventud y vitalidad frente a los días oscuros y fríos del invierno que a su vez propiciaron el aprendizaje de sentirme humilde frente al incuestionable misterio de la existencia, tan humana y tan universal; tan evidente y visible en los entresijos de la vivencia personal, como también en el sol que enciende cada mañana la gran pantalla de la realidad donde van surgiendo signos renovados entre tantas criaturas asomándose a la vida.

Una vez más viene la primavera a recordarme de los individuales florecimientos en la respiración de cada corazón que se aventura a abrirse y exhalar en el porvenir de cada nueva esperanza, de cada destino completándose sin cansancio, dando tiempo al propio tiempo en el giro incansable de los ciclos…

¡Bienvenida Primavera 2015!

“Si te resuena este Llamado, es que tu corazón te está esperando…” Éste fue el santo y seña para quienes dijimos ¡Sí! y acudimos a la cita concertada con un corazón unificado que nos estaba esperando. Y ¡Sí! Los colores se sacudieron las resistencias y atravesaron el espesor de las nubes purificándose con la intensa lluvia, para dibujar un arcoíris en este día compartido con la maravilla de compartirnos.

Cada cual conoce su propio despliegue de emociones encontradas al hacerse partícipe de un encuentro de estas características. Yo sé lo que sentí cuando el tan anunciado día amaneció con frío, lluvia y viento. En mi particular día se levantó una niña decepcionada porque el hada madrina no acudió vestida de primavera a su fiesta de la primavera. Lo reconozco, si no fuese porque ya estaba dentro del cuento, me habría contado a mí misma una buena excusa, un buen cuento que justificase el no tener fuerzas ni ilusión para pasar las páginas de la tormenta y sentir la magia de un desenlace inimaginable. Pero las fuerzas amigas llegaron de todos lados, con paraguas y las botas mojadas, como rayos de sol que atraviesan el espesor de las nubes, para regalarle unos zapatos nuevos a esa mirada desencantada que se había olvidado de pasar página y seguía leyendo, perpetuando, sintiendo el mismo paisaje sombrío en un rincón del alma del mundo.
Pasar la página de este invierno ha traído el regalo de una comprensión convertida en vivencia: lo que proyectamos, anhelamos, buscamos, ya está escrito y contemplado, ya es en todo momento. Pero no puedo ver la abundancia con los ojos de la carencia, ni sentir toda la magnitud del amor si voy haciendo fronteras con la espada del condicionante, ni danzar con la vida si no escucho su música, ni leer la magia del cuento con los ojos del desencanto… No podría agradeceros si no hubiera sentido las gracias que vuestros corazones han derramado en este Encuentro… Pero ¡Sí! doy gracias porque he podido Veros, Recibiros, Sentiros como la llegada de una Primavera…

Equinoccio de Otoño

Asoman por el horizonte de cada cita las caras amigas con brazos abiertos y el corazón en cada sonrisa. ¡Sí! ¡Cuántos pasos hemos dado en la circunferencia del reloj para finalmente encontrarnos de nuevo en el presente de la vivencia compartida, con la mirada renovada! Cada cual dio los suyos, cada cual vivió su proceso particular. Y sé que he crecido porque os veo crecid@s. Puedo ver a través de cada espejo que me ofrecéis los aspectos que se han resuelto en mí, y aquéllos que todavía están en el esfuerzo de concretarse.

Los ojos de la tarde, de la velada, del amanecer -de un día donde las horas se ensanchan por tanta acogida-, miran los silencios y las conversaciones que ya no pretenden explicar nada, sino sentir cada momento así como se va manifestando. Habla el amor que rompe los esquemas; el amor que encuentra su pálpito sereno dentro del marco establecido; el amor que quiere cerrar un círculo de aprendizaje y a ratos se queda atascado… Giran los ciclos y el círculo se abre a nuevas relaciones que traen consigo otros enfoques.
Y bailan en la mirada los colores de la dulzura, cuando me doy cuenta que has comprendido, que hemos entendido lo esencial en el intercambio de nuestros «regalos»… Un nuevo guiño me hacen Los ojos de la noche, Girasoles al amanecer, Semillas de un Sueño, diciéndome algo así como: acaso lo mágico de estos libros no esté tanto en lo escrito, sino en las páginas vivas que cada Encuentro imprime en el corazón cuando el reconocimiento mutuo me da la oportunidad de presentártelos…

Encuentro para celebrar el equinoccio // Punto de Equilibrio Garraf – Barcelona

¡¡¡Gracias, amig@s, por tanta creatividad, confianza, regalos… por tanto amor!!!

La percepción de crecimiento

Hace unas semanas que llegué con la Primavera. El ciruelo y el almendro estaban vestidos de blanco. El laurel sigue enfermo con un teñido oscuro en sus hojas, pero le han nacido tallos nuevos pintados con el verde intenso de la vida que se renueva pese a todo. El invierno todavía descansaba en las ramas desnudas de las dos moreras y, sin saber cómo, ya son visibles los brotes de los frutos venideros. Mermelada de moras. En alguna mañana del porvenir nos sentamos a desayunar a la sombra del ciruelo y en algún intervalo silencioso paladeamos la esencia del crecimiento y el sabor de las estaciones untados en la tostada.

Crecimiento. Crecer. Hacer el recorrido para que se haga visible, palpable, degustable, lo que somos en estado potencial. Encontrar la libertad de ser plenamente lo que somos. Y me conduce la reflexión a tomar consciencia de cómo la idea de crecimiento ha hecho un giro de 180 grados en mi percepción. La exigencia que antaño le puse al propio crecimiento, ese “quiero más”, más recursos, más conocimiento, más opciones, más de ti… ha cambiado por este “cuánto de grande es el espacio de libertad en mí”. Al fin y al cabo mi corazón es un pajarillo que escribe el canto del aire en las ramas del árbol, aunque a veces exclama la tristeza del encierro, de tantos obstáculos y barrotes que le niegan el vuelo.

En este encuentro de bienvenida a la primavera he podido comprobar que, mientras quedé atrapada en las tormentas y barrizales del invierno, peleándome con las penumbras de la incertidumbre, la Madre Naturaleza seguía gestando nuevos paisajes en el giro del tiempo. Y es porque pude soltar, reconciliarme, aceptar, amar pese a todo, que este pajarillo pudo alzar su vuelo en esos instantes compartidos y escribir en otros corazones el dulce aleteo del amor…

Celebración de Bienvenida a la Primavera / Punto de Equilibrio Garraf – Barcelona

¡¡¡Gracias a todos los corazones que acudisteis al llamado!!! Que los nuevos brotes de cada árbol que somos encuentren su espacio de florecimiento y un canto dichoso en nuestras ramas…

Abuelo Fuego

A lo largo del intenso verano, el día fue menguando en su giro incesante hasta equipararse con la noche que, en la misma medida, ha ido alargando su velo estrellado sobre el tiempo. Luz y oscuridad convergen ahora en un punto equidistante. Equilibrio de los opuestos que vivimos por un día y ante el cual muchos pueblos siguen elevando el fuego sagrado, poniéndole al Abuelo un rezo de trasmutación para la Madre Tierra, para el ser humano, para la vida misma… Agradecimiento por los frutos de las estaciones vividas y apertura a los cambios que la nueva estación trae consigo… Mas, como arriba es igual que abajo y adentro es igual que afuera, la ceremonia también es vivida en el interior de cada participante que ha puesto ahí su corazón, su rezo… El Fuego del Espíritu aviva en nosotros el continuo flujo de renovación, enciende la voluntad que impulsa nuevos propósitos para una nueva estación, funde todos aquellos elementos que nos sirvieron ayer para avanzar pero inútiles ya en este nuevo ciclo, evapora las ideas y pensamientos opresivos y nos deja la claridad resplandeciente de un cielo más limpio en el horizonte de nuestra mente…

“Mi alma derrocha fragancias mientras vuela con el polen de la primavera, desperezándose entre pétalos de flores y alas de mariposa… Mi alma suda madurando las siembras del verano, se regocija en la risa de los niños, se mece en las intrépidas olas, adormeciéndose en las tardes de solano… Mi alma apremia, con los vientos del otoño, por dispensar sus cosechas; no sea que el invierno se apresure devolviendo los frutos a la tierra… Mi alma se recoge en la escarcha de los amaneceres cuando arrecian los fríos del invierno, escondiéndose en las grietas del hielo, acurrucándose en la soledad de los hombres…”
Extracto del libro «Girasoles al amanecer«

  22 de Septiembre de 2010 – Ceremonia del Fuego en el Esquinocio de Otoño – En Sierra Morena – Córdoba