Umbrales

¿Crees que has perdido el control por abrir donde decidiste cerrar? Piensas que te has desprotegido por traspasar una puerta sellada o un puente vetado. Dices que lo haces por amor pero, en el fondo, sabes que el amor en ti no necesita puertas ni puentes para expandirse. Y sabes también que es lo que llevas puesto en ti lo que encuentras al otro lado del umbral.
Quise consolar y descubrí que era yo quien necesitaba el consuelo.
Vine a explicar mis motivos y escuché otros argumentos.
No vi tu amor porque oculté el mío.
Todo es tan sencillo como esto: veo lo que muestro.
Descubro un corazón al otro lado de la puerta cuando traspaso mis umbrales con el corazón puesto…

Protección

Dicen que la rosa es la flor preferida de la Madre Tierra…
En el aleteo de nuestros sentimientos notamos que finalmente se abre inocente el corazón como la frágil plenitud de una rosa. En esa apertura no hay ya interrogantes que resolver pues belleza y perfume son la respuesta a un proceso natural de evolución. Fue el tallo el que preguntó antes: ¿cómo protejo la flor (mi luz) de las energías oscuras? Y solventó el asunto cubriéndose de espinas. De esta forma cumplió en parte con su cometido, ahuyentando a quienes no gustan del contacto con el punzón. Pero no pudo proteger a la rosa de unas tijeras en manos enguantadas, ni de la tormenta, ni del paso del tiempo que la marchita.
La creencia de protección, de que hay que protegerse, está arraigada en nuestras concepciones mentales, en nuestros juicios sobre el bien y el mal, creando muros, armamentos y enfermedades en el mundo que nos rodea. No podemos entrar con esa losa en el espacio del corazón, al igual que las espinas no tienen cabida entre los pétalos de la rosa. Pues así como la flor se marchitará, también el corazón dejará de latir un día, pero, si en su apertura deja en el aire la fragancia del amor, su esencia vivirá por siempre en los jardines de la vida…

Relaciones

No le digas al día lo que te ha contado la noche,
pues podría el sol ponerse a ensoñar…

… La intimidad de una relación auténtica, sea al nivel que sea, implica un enfoque íntegro sobre el espejo donde te miras, desnudando la comunicación de un “tener que decir, que hacer o que proyectar”. Focaliza más en ése “contigo soy” que trasciende los entresijos innatos al apego emocional, enredados muchas veces en el “¿qué tienes para mí?”. No hay decepción cuando no hay expectativas más allá de compartir lo que ya está definido en nosotros, a la vez que se potencia lo latente, lo que quiere asomar como un balbuceo y necesita ese grado de confianza para no declinarse en el intento de expresión.
La propia magia de la relación que vamos a establecer en esta lectura me exige una cercanía contigo. Me pide que llegue hasta tu corazón y para ello tengo que abrirte el mío. Por lo tanto no puedo elegir trajes que ponerme para este encuentro. ¿Me expongo entonces a la intemperie? Yo no lo veo así. El trabajo personal desarrollado en los últimos años ha concluido en la concepción profunda de no tener que protegerme de nada ni de nadie –que no sea yo misma–, así como nada puedo esconder ante los ojos del Gran Misterio. He descubierto que la inocencia no se escuda y es el mayor escudo que traemos al mundo. Facilita el espacio para establecer relaciones auténticas, de intimidad, porque si bien el día despliega los contrastes, la mirada de asombro despierta cuando descubrimos lo parecidos que somos en la noche del alma…

Introducción al libro: Los Ojos de la Noche 

En la Antigua Biblioteca de Sallen / Organiza Toteuritmia

¡¡¡Gracias, amig@s, por tantas bendiciones que trajo consigo el Re-encuentro!!!

Los Ojos de la Noche

 

No le digas al día lo que te ha contado la noche,
pues podría el sol ponerse a ensoñar…

El reloj de la infancia se transforma en un círculo de piedras donde una mujer pasa la noche haciendo su Búsqueda de Visión, invocando la sabiduría ancestral de las Doce Ancianas. La voz de la Luna Llena se convierte en el hilo mágico que va conduciendo a la buscadora, desde la medianoche hasta el amanecer, en un viaje donde la sustancia de los sueños y el tejido de la recapitulación configuran el trenzado de luces y sombras, convertido en la claridad de un nuevo canto.

Mirar con los ojos de la noche es Recordar la mirada de la piedra, del aire, del fuego, del agua. Es abrir la visión a la unidad indisoluble del Amor que abarca un solo instante todas las miradas y todos los momentos en los cuales has amado…

Un nuevo amanecer nos aguarda en la fina luz que rompe la noche. Echemos ya a andar la mirada sobre el campo de flores nuevas que están naciendo en nuestro corazón. Llenemos cada momento de hálito renovado y sintamos lo infinito de cada instante, entregados a la paz que se siente en cada entrega…

Si deseas regalar o regalarte este libro en formato impreso, contacta con:   lamagiadelasrelaciones@gmail.com

 También está disponible en formato digital en:            
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Girasoles al amanecer

La historia desplegada en estas páginas se desarrolla en una Comunidad del Valle Sagrado de Perú. Sus protagonistas son Buscadores de diferentes países que unen sus vidas para crecer juntos, acogiendo las costumbres y el conocimiento de una cultura ancestral. Aunque el escenario y los personajes descritos propicien la narrativa sobre los misterios de una Tradición milenaria, el desarrollo de la obra profundiza más en las relaciones a todos los niveles: con la naturaleza, con los elementos, con el trabajo, con el mundo invisible, con los compañeros de viaje; en definitiva, con uno mismo. Es la historia de una comunidad de Hombres y Mujeres Medicina que eligen el camino de la sanación, mostrando con sus vidas cómo enfrentar la existencia de una forma más sencilla, honesta y fuerte…

“Girasoles decaídos tras una larga noche de sombras oscuras, que despertaron una mañana abriendo sus pétalos a la luz del amanecer, elevaron sus corazones hacia el cielo y no necesitaron más motivo, para colmar el nuevo día, que girar en dirección al sol…”

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Somos flechas lanzadas por la vida, en cada elección marcamos nuestra proyección, nuestro destino, todas las elecciones que hice convergieron en este lugar, en este camino…

Y es cierto que elecciones muy importantes hube de hacer antes de viajar a Perú. Cualquiera podría pensar que cruzar el océano, hoy en día, no tiene nada de extraordinario: muchas personas pueden aprovechar el mes de vacaciones en conocer otros países, más o menos exóticos. En mi caso, sin embargo, fue una cuestión de conseguir más tiempo del que se requiere para hacer turismo. Desde siempre, más que la figura del turista, me interesó la del peregrino, o viajero que se busca a sí mismo en otras culturas o formas de entender la vida. Hay viajes y viajes, pero los más auténticos, pienso yo, son aquellos que nos devuelven a casa como seres diferentes y más acordes con nuestra verdadera naturaleza.

… Sin embargo, lo más extraordinario de esta experiencia es que podría haber sucedido, y puede suceder, en cualquier lugar del mundo. Lo más sorprendente es que las voces que suenan en estas páginas podrían ser, en esencia, las de cualquier persona que se baja un rato del mundo con el propósito de descubrir quién vive bajo los ropajes diseñados por su tradición, cultura o circunstancias vitales…

¿Atar al perro, o atar al miedo?

Caminaba esta mañana por la montaña con mi perro, cuando nos cruzamos con una señora que venía paseando en dirección contraria. Airjul se fue a olerla moviendo el rabo, a la vez que el miedo de ella movía la lengua al gritarme que el perro debe ir atado. Sujeté a Airjul en silencio y seguí adelante con las palabras de la mujer haciendo ruido en mi cabeza. “Ate usted también a su miedo, señora”, resonó en mi pensamiento, pero ya no quise prestarle más atención a este asunto. Fue después, sentada a la sombra de un árbol, cuando pude profundizar un poco más en el incidente.
¿Atar al perro o atar al miedo? En la naturaleza nada vive atado, a no ser que venga el ser humano a poner sus lazos. Las criaturas que habitan los entornos naturales perpetúan el instinto de supervivencia, de acecho que se sabe acechado, ya que en la cadena ecológica siempre hay un acecho más grande que se cierne sobre el acechador.  El miedo es un instinto natural que al ser atado ladra con agresividad o se pone a la defensiva. Tan irracional es el miedo como razonables son todos los intentos que ponemos en dominarlo, acorralarlo y controlarlo. Pero estemos atentos, al acecho, para que en este ejercicio no acabemos atando la gracia de la espontaneidad, el asombro de lo imprevisible, la belleza de lo auténtico… Para no perdernos la dicha de sentirnos libres de tantos y tantos miedos con correa y amordazados…

Girasoles al Amanecer en Centro Artemisa – Girona

¡¡¡Gracias, amig@s, por ese nuevo paso en el recorrido de los Girasoles!!!