Semillas de un Sueño

Sobre el término de la soledad, una amiga lo nombró hace un tiempo y lo sentí vinculado a mí. No como persona huraña, hostil, escapista, indiferente, extraña, sino como un ser libre que escoge una línea con dos puntos de referencia, uno de partida y otro de llegada, términos que se confunden constantemente para crear el detonante de la curiosidad. Dilema de la duda. Ella situó a la soledad colindando con la pereza y, no obstante, yo la viví como un dejarse caer hacia el fondo sin oponer resistencia alguna. Allí donde se pierden las largas extremidades de la dualidad, donde no existe lo profundo o elevado, lo bueno o malo, lo masculino o femenino, me encontré con lo que hay, o sea, nada. Y cuando acepté el gran vacío, logrando descifrar su clamor, supe que es allí donde se fabrican los sueños, donde nace el deseo que luego nos empuja a resurgir con un vigor diferente. Una fuerza que lo es porque se proyecta despreocupada de cuanto se interponga en su camino, sin que nada a su paso la frene, porque proviene de la nada y sabe que se enfrenta a la nada. Nada hay que perder, nada a lo que aferrarse. Todo es un juego en el que la nada se distrae soñando el universo de las cosas.

Extracto del libro Semillas de un Sueño

Elegir sin rechazar

El amor, el verdadero Amor, pone siempre la gran prueba de amar aquello que no aceptas por no comprenderlo; conduce siempre a la fusión, a la totalidad. Y cómo podemos ser totales si no aceptamos cosas nuestras o de los demás…

La clave del asunto está en afirmar tu senda en la constante encrucijada de caminos sin que esto suponga un rechazo de las otras direcciones. Soltar es elegir sin rechazar, puesto que de lo contrario vas cargando en tu pensamiento, en tus emociones, en tu particular mochila, el peso de lo que quieres dejar atrás…

Tan cierto como el amor

Todas las letras responden a un único lenguaje, el lenguaje del amor, cuando es el amor quien dicta las palabras.
Pero, el amor, más que las palabras, es la vivencia que llevamos dentro impulsando con fuerza inagotable por convertirse en otra primera vez que rompe moldes caducados, a plenitud de presente, sin necesidad de congeladores mentales.
Es la fuerza natural del amor que navega sin hundirse por los confines de otra persona que no sea una misma, siempre “auto-misma” dentro de la misma canción: “yo-mi-me-conmigo”. Es probar ese salto del uno al dos, tan corto y pequeño como parece, pero que sigue siendo un gran salto, acaso tan grande como el que nos hizo saltar del cero al uno, de la nada a la vida.
Un poco que pone la propia naturaleza en vivir la experiencia y otro poco que pone la fuerza del amor. Se aúnan ambas fuerzas y dan como resultado un “en amor darse”, un poco más y un poco mejor cada día. Un poco más hacia fuera de los escondrijos y los rinconcillos reservados para amar, desnudos cada vez más de los eufemismos de no querernos ver como somos en realidad.
El amor, todos queremos el amor. Todos vamos detrás del amor, como vamos detrás de la felicidad, buscando la línea de autobús o la línea ferroviaria y los horarios del amor y de la felicidad. Y ya de paso, el éxito, la aceptación, la abundancia… Queremos el todo completo porque, vivido por partes, pareciera que nos cayésemos por los huecos de lo que falta.
Por eso el amor es un extenderse hacia delante y es un adentrarse hacia la raíz de nuestras motivaciones. Y es un cultivar la paz como trasfondo que sostiene nuestros extravíos y caídas, como sustancia que llena el vacío. Algo tan simple (y tan complicado) como estar en armonía con el momento y entorno que nos toca vivir, sin abrir nuevas fisuras porque nuestros semejantes están de acuerdo con lo que su momento les pide que vivan.
El amor, tan verdadero como el aire, tan cierto como la luz de la noche y la del día…

Corazón eterno

El corazón humano nace inmenso
porque recuerda el amor
de la eternidad,
pero a fuerza de existir
se va haciendo pequeño
e impermeable a la Esencia;
acaso por eso se rompe
en pedazos a fuerza de amar,
para no olvidarse que es eterno…

Alargando el tiempo

Si llego a saber que teníamos tan poco tiempo, le hubiera restado horas al reproche, a la indiferencia, al desencuentro, y hubiese alargado las miradas, los abrazos, haciendo, si cabe, más largos los besos, para tener más segundos de ti en mi boca, en mis ojos, en mi pecho…

Y, sí, llego a saber, al fin, que no se trata de tiempo, ni siquiera de cómo nos gestiona el tiempo, sino de cuánto amor despierta en cada instante dormido que sueña con darle cuerda a la eternidad…

Amantes y amados

La diferencia entre amarte y quererte…

Amar es una entrega sin límites ni condiciones ni exigencias.

El “querer”, sin embargo, lleva un contable incorporado que se descontrola, volviéndose incluso dañino, cuando las cuentas se pintan de rojo en su fórmula matemática, que no mágica.

La fórmula mágica dice que la vida siempre corresponde a lo que hemos entregado, pero el “querer”, tan personal y personalizado, se empeña en que la retroalimentación llegue desde ahí donde ponemos nuestros sentires.

Acaso por estos desajustes entre lo que esperamos del otro, y lo que el otro puede o quiere o le nace del alma entregarnos, es tan fácil irse del extremo del «querer» al del despecho.

Y por esto es tan interesante que la experiencia nos haga vivir en los dos lados del espejo, a veces como deudores y otras veces como acreedores. Pero ¡no nos quedemos en lo interesante! La experiencia es liberadora cuando logramos romper el cristal ilusorio de la polaridad, cuando tú y yo somos al fin como al comienzo: amantes y amados…

Acompasamiento

Y al final todo concluye en el comienzo:
en que tú y yo estamos encontrados en la esencia
aunque no acabemos de encontrarnos en las formas.
Esto es que algunas formas tuyas y mías
hacen chirridos cuando se rozan.
Pero, si tú afinas las notas y yo afino las palabras,
puede surgir una preciosa canción de nuestro encuentro.
Un canto acompasado que podría empezar diciendo:
«Desde siempre te espero porque he de amarte para siempre…»

Llega el amor

El amor llega, porque llega, pero siempre está siendo el perfume imperceptible del gran misterio, más hondo y más allá de las variantes que lo velan.

Llega el amor como desvelo y también como verdad que se desvela en quienes aman a corazón descubierto.

El amor llega, porque llega, porque sí, o porque siempre hay un punto en algún lugar, visible o recóndito del universo, que las almas toman como destino para volver a encontrarse.

Llega el amor, y es el amor la puerta, y es la llave maestra que abre sin forzar, sin darse cuenta, cual sutil movimiento de esencias que airean las estancias dormidas, sin pereza ni esfuerzo.

Mágica inocencia que se cultiva en el corazón y cautiva la mente de quienes aman como si a cada instante el amor les llegara, porque sí.

Perdurar

Reconocer que la frontera de tus límites es la misma que la de los míos, sin jugar al juego de las conquistas,
de: a este lado o al otro,
de: si te vienes para mí, o me adentro hacia ti. 
Perdurar es vivirte como si no hubiera una línea de separación entre tú y yo, mas sabiendo que está, que la podemos modificar,
y, de vez en cuando, ojalá cada vez más veces, notar que desaparece.
Es levantarme y decirte: tengo fuerzas, y son tantas que traspasan mis zonas y avivan las tuyas.
Es levantarte y decirme: tengo luz, tanto alumbran mis bombillas que podemos ver más allá de nuestros contornos.
¿Y si el sol nos dijera al levantarse que hay maravillas por descubrir,
paisajes que esperan
si dejamos de mirar con ahínco la línea de nuestra frontera?
Mira, amor, allá veo un puente, y un río que fluye sin detenerse.
Perdura el aire, la tierra, el agua,
y, si nos faltara el fuego,
ya sabemos cómo prender la candela del querer… 

Cosa de dos

¡Sí! la alegría se multiplica, se desborda, cuando es compartida.
Dos corrientes se encuentran, se abrazan, se cantan, se dicen, se discuten.
La dicha simultánea es cosa de dos como mínimo.
Reír con el otro en ti, cuando le sueñas contándole el sueño de ambos.
Dos corrientes fluyen en tu sangre y refrescan los jardines venideros.
El viento difunde el perfume que llega a tu ventana y lo respiras sin saber quién ha plantado las flores que lo exhalan.
¿Es que también los jardineros están enamorados?
Abres el corazón y respiras la exuberancia de cuanto te rodea, permitiendo que la vida te toque, te abrace, te traspase.
El sentir de tu pecho expande los límites, y tú quisieras contraer tanta intensidad, tanta energía que te desborda.
Quisieras que el sentimiento no anegara tus campos, sino que regase las grietas resecas como agua fina que viene a fecundar una primavera en pleno otoño… Extracto del libro Los Ojos de la Noche

Espejito espejito…

Contigo se unen los cristales rotos
de todas las veces que la ilusión se rompió en mi,
de todas las veces que no pudo estar la imagen completa del ser.
En ti se unen los trozos, y puedo verme completamente.
A decir verdad, sobrepasas con creces el marco de lo vivido
y sé que mirándome en ti descubriré aspectos de mí desconocidos.
Es que eres muy grande, Amor. Y ¡claro! me agrandas…

Amor por los Libros

Quizá porque esta semana seremos hiperflechados por Cupido, me he acordado esta mañana de la primera diana que hizo el arquero en mi vida, allá en la primera adolescencia. Lo confieso. Me enamoré perdidamente de los libros. Los devoraba. Sólo quería estar en sus páginas, vivir entre sus líneas, que nunca se acabara aquella historia… 
Hay recuerdos imborrables en mi niñez que se anteponen, así como la hierba aflora infatigable entre las grietas del cemento, a capas y capas de vivencias acumuladas en la memoria. La escarcha que cubría el olivar en los invernales fines de semana, el almendro vestido de blanco para recibir a la primavera, el olor a tierra mojada tras la tormenta veraniega, las hojas de otoño caídas en la vereda que conducía al colegio… Misterio de inocencia y sencillez el que se percibía en una flor, en un paisaje, en el transcurrir de los ciclos escolares.
También recuerdo el olor de los libros de texto desparramados sin orden ni concierto en la mesa de estudio, y el tacto de aquéllos otros que apilaba como un tesoro en la estantería de mi habitación. En mi mente adolescente, la literatura abrió una ventana a la que, sin que nadie me lo impusiera, quise asomarme para aprender a mirar otros paisajes, a oír otros pensamientos, a imaginar otras historias. Fueron esas lecturas las que entretejieron sueños de un mundo mejor y el interrogante de cómo soñarme a mí misma para ocupar un lugar en él. Ansias por conocer y conocerme, dudas en la incertidumbre. Y también certezas que después hube de conjugar en el tejido de mi propia existencia…

Abrazos

A menudo pienso en cómo se han extendido mis brazos para acoger lo universal y cómo a veces me quedo manca a la hora de abrazar a quienes están aquí al lado. Yo sé lo gratificante y fácil que es abrazar al ángel perceptible en los demás, pero, cuando éste no se hace tan visible, siempre pido a los brazos del Amor que se extiendan para tocar ahí donde no llegan los míos…

Generosidad

Admiro lo que me gusta de ti, y tengo amor para abrazar lo que me disgusta. El amor ve dónde hay que armonizar, y se expresa actuando sin imposiciones ni exigencias; va haciendo por aquí y por allá, gestionando en silencio; lo hace por amor y con amor. Porque hacer las cosas en nombre del amor, pero sin amor, es desgastarse ajustándole las cuentas al universo… Desde esta claridad puedo ser más cuidadosa con los dones que me han sido otorgados y aportarlos al propósito de sostener el amor en mi mirada, más allá de las decisiones ajenas. Pero ya no invierto en “generosidades” que finalmente acaban en “frustraciones”. La auténtica generosidad no genera deuda en la vida. Es una plenitud que se desborda, nunca una entrega con “intereses” implícitos…

Protección

Dicen que la rosa es la flor preferida de la Madre Tierra…
En el aleteo de nuestros sentimientos notamos que finalmente se abre inocente el corazón como la frágil plenitud de una rosa. En esa apertura no hay ya interrogantes que resolver pues belleza y perfume son la respuesta a un proceso natural de evolución. Fue el tallo el que preguntó antes: ¿cómo protejo la flor (mi luz) de las energías oscuras? Y solventó el asunto cubriéndose de espinas. De esta forma cumplió en parte con su cometido, ahuyentando a quienes no gustan del contacto con el punzón. Pero no pudo proteger a la rosa de unas tijeras en manos enguantadas, ni de la tormenta, ni del paso del tiempo que la marchita.
La creencia de protección, de que hay que protegerse, está arraigada en nuestras concepciones mentales, en nuestros juicios sobre el bien y el mal, creando muros, armamentos y enfermedades en el mundo que nos rodea. No podemos entrar con esa losa en el espacio del corazón, al igual que las espinas no tienen cabida entre los pétalos de la rosa. Pues así como la flor se marchitará, también el corazón dejará de latir un día, pero, si en su apertura deja en el aire la fragancia del amor, su esencia vivirá por siempre en los jardines de la vida…

La percepción de crecimiento

Hace unas semanas que llegué con la Primavera. El ciruelo y el almendro estaban vestidos de blanco. El laurel sigue enfermo con un teñido oscuro en sus hojas, pero le han nacido tallos nuevos pintados con el verde intenso de la vida que se renueva pese a todo. El invierno todavía descansaba en las ramas desnudas de las dos moreras y, sin saber cómo, ya son visibles los brotes de los frutos venideros. Mermelada de moras. En alguna mañana del porvenir nos sentamos a desayunar a la sombra del ciruelo y en algún intervalo silencioso paladeamos la esencia del crecimiento y el sabor de las estaciones untados en la tostada.

Crecimiento. Crecer. Hacer el recorrido para que se haga visible, palpable, degustable, lo que somos en estado potencial. Encontrar la libertad de ser plenamente lo que somos. Y me conduce la reflexión a tomar consciencia de cómo la idea de crecimiento ha hecho un giro de 180 grados en mi percepción. La exigencia que antaño le puse al propio crecimiento, ese “quiero más”, más recursos, más conocimiento, más opciones, más de ti… ha cambiado por este “cuánto de grande es el espacio de libertad en mí”. Al fin y al cabo mi corazón es un pajarillo que escribe el canto del aire en las ramas del árbol, aunque a veces exclama la tristeza del encierro, de tantos obstáculos y barrotes que le niegan el vuelo.

En este encuentro de bienvenida a la primavera he podido comprobar que, mientras quedé atrapada en las tormentas y barrizales del invierno, peleándome con las penumbras de la incertidumbre, la Madre Naturaleza seguía gestando nuevos paisajes en el giro del tiempo. Y es porque pude soltar, reconciliarme, aceptar, amar pese a todo, que este pajarillo pudo alzar su vuelo en esos instantes compartidos y escribir en otros corazones el dulce aleteo del amor…

Celebración de Bienvenida a la Primavera / Punto de Equilibrio Garraf – Barcelona

¡¡¡Gracias a todos los corazones que acudisteis al llamado!!! Que los nuevos brotes de cada árbol que somos encuentren su espacio de florecimiento y un canto dichoso en nuestras ramas…

Amor de espinas y de rosas

“Muéstrame las espinas
que yo miraré las rosas,
aún conservan su fragancia,
aún perdura su hermosura…
Ya sé, no hay rosas sin espinas,
mas ¡cómo duele!
tú ya sabes cómo,
un amor sin rosas…”

Amor por omisión, que se espanta ante la consistencia, que sólo vive en la fantasía, que sueña un boceto imaginario donde incorporar una realidad tangible pero ninguna se ajusta a él. Y quiebra, modifica, mutila lo auténtico porque su esquema es irrompible. Amor predestinado a morir en la realidad y, conocedor de ello, me la niega rotundamente.
Amor usurpador, que se proyecta hacia otra mente, la seduce, la posee, la conquista, y la transforma en su reflejo, para luego descubrir que no soporta mirarse en ese espejo ya que siempre huyó de su propia imagen, la misma que ha compuesto frente a sí. Amor de manos abiertas que dejan caer lo que sostienen para alcanzar lo que me es negado.
Amor invadido, que se estira y se encoge, se expande y se reduce, se agrega y se mutila, en su intento de encajar perfectamente en el molde de otra identidad, pagando un doble precio al conquistador: el del esfuerzo por amoldarse y el de la pérdida de la propia identidad. Amor que guarda celosamente lo que recibe, y me hace depender de ello porque soy incapaz de generarlo…
semillas de un sueño… Pero anoche el amor entró en mis sueños dejándome un boquete abierto al exterior, un nuevo punto de referencia hacia el que mirar. Y me salvó, porque había dejado de creer en la vida, en ti, en mí, y me levanto hoy con la esperanza y curiosidad necesarias para seguir buscando. Ahora sé que se puede abrir una grieta en el tejado y tocar una versión más elevada de lo que somos, de lo que sentimos, de lo que vemos en otros, de lo que pude percibir. Mas no podemos sentarnos tranquilamente a mirar el techo, hemos de arañarlo, romperlo, traspasarlo, si queremos acceder a ese anhelado mundo que nos está esperando…

Extracto del libro Semillas de un Sueño

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre

Mujer…
Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.

Ama al hombre cuya alma llame a la tuya con claridad,
al hombre que te ve,
al que tiene suficiente coraje como para mostrar su miedo.
Acepta su mano y guíala suavemente hacia el fondo de tu corazón,
donde él pueda sentir tu calidez y descansar
y quemar su pesada carga en tu fuego.
Míralo a los ojos y encuentra a sus padres y abuelos,
y esas guerras donde sus espíritus lucharon
en tierras lejanas, en tiempos remotos.
Encuentra sus dolores y peleas y culpas,
sin juicio, y déjalo todo ir, suéltalo.
Siente su carga ancestral.
Lo que busca es un refugio seguro en ti.
Déjalo derretirse en su firme mirada,
sabiendo que no necesitas despejar esa furia,
porque tienes útero, una puerta profunda y dulce
para lavar y renovar las viejas heridas.

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.
Siéntate delante de él en la plena majestuosidad
de tu feminidad, en el aliento de tu vulnerabilidad,
en el juego de tu infantil inocencia,
en las profundidades de tu muerte,
e invítalo a florecer, suavemente entregada.
Y permite que su poder masculino de un paso hacia ti
para nadar juntos en el útero de la tierra
en silencioso saber.
Y, cuando se retire,
porque lo hará escapando asustado a su cueva,
reúne a tus abuelas en torno a ti, envueltas en sabiduría,
y escucha sus tiernos susurros,
calmando tu asustado corazón infantil.
Invitándote a la quietud.
Y espera pacientemente su retorno.
Siéntate y canta junto a su puerta
una canción de remembranza,
de que puede calmarse una vez más.

Si quieres cambiar el mundo, ama un hombre,
realmente ámalo.
No engañes a su pequeño niño con astucias
y artimañas y seducción y fórmulas mágicas,
sólo para dejarlo atrapado en una red destructiva de caos.
Eso no es femenino, es venganza.
Es el veneno del linaje corrupto,
del abuso de las eras,
de la violación de nuestro mundo…
Eso no le da poder a la mujer,
sino que la reduce mientras lo castra y nos mata a todos.
Y si su madre no lo pudo sostener,
muéstrale una verdadera mujer y ahora dale sostén
y guíalo con tu gracia y profundidad,
ardiendo en el centro mismo de la Tierra.
No lo castigues por sus heridas
que no responden a tus necesidades o criterios.
Llora dulces ríos por él
y lleva toda esa sangre de regreso a casa.

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.
Ámalo hasta desnudarte y sentirte libre.
Ámalo hasta abrir tu cuerpo y espíritu
al ciclo de nacimiento y muerte.
Y agradécele la oportunidad mientras danzáis juntos
a través de los vientos y bosques silenciosos.
Sé tan valiente como para ser frágil
y déjalo beber de los suaves
y embriagadores pétalos de tu ser…
Déjale saber que puede sostenerte, pararse y protegerte.
Déjate caer en sus brazos, confiando que puede tomarte,
aún si te han dejado caer miles de veces antes.
Enséñale a rendirse, rindiéndote.
Y únete al dulce vacío del corazón del mundo.

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.
Anímalo, nútrelo, permítele, escúchalo,
dale sostén, dale sanación
y tú a cambio serás nutrida, sostenida y protegida.
Sé brazos fuertes y pensamientos claros y flechas apuntadas,
porque él puede, si lo dejas,
ser todo lo que sueñas.

Si quieres amar a un hombre, ámate a ti misma.
Ama a tu padre, a tu hermano, a tu hijo, a tu ex pareja.
Ama desde el niño a quien has besado
por primera vez hasta el último por quien has llorado.
Agradece los regalos de tu camino,
hasta éste que tienes frente a ti ahora,
y encuentra en él la semilla
de todo lo que es nuevo y solar.
Una semilla que juntos podéis plantar
y nutrir en el cultivo de un nuevo mundo.

Lauren Wilce

Libre como el viento

Ninguna persona me ha mirado jamás con la adoración que he visto en tus ojos, cuando, echado a mi lado en el sosiego de esos momentos en los cuales nada hay que hacer ni sitio alguno al que ir, me diste compañía… Te vas ahora y me dejas colmada de momentos verdaderos de relación viva, de complicidad, de auténticos enfados. Me dejas también el aprendizaje de cómo ladran las emociones aun amordazadas, de cómo nos impacientamos tú y yo, atrapados entre muros de ladrillo o de creencias que nos impiden correr libres como el viento…

Libre como el viento era nuestro perro,
nuestro y de la calle que le vio crecer.
Se bebió de golpe todas las estrellas

Es tiempo de encuentros y despedidas que entrelazan risas y lágrimas. Ayer habló la alegría de la bienvenida. Hoy habla el llanto del adiós… Soltar, soltar, soltar lo que pesa porque la esencia es lo único que permanece inmune a las leyes del tiempo… En mí pervive tu esencia y la de todos los seres que he amado aunque sólo haya sido durante el instante que dura un abrazo. ¡Tantas vidas que atamos a la correa de nuestros controles y seguridades! A la cuerda de nuestras percepciones. Para finalmente descubrir la emoción que vuela libre como el viento por los cielos del corazón.
Te vas, libre como el viento, y me dejas la transmutación de emociones que ya no necesitan correas que las sujeten, porque ya son libres ante otros horizontes abiertos donde no pueden herir ni ser dañadas. Agradezco entonces por la transformación de un sentir que se libera contigo de los nudos que lo aprisionaron, para volar en otros espacios sin las ataduras de los miedos, sin el grito de: ¡sentado! ¡calla! ¡quieto!…
Y, sí, también libre, llora el sentimiento. Lágrimas liberadoras que no sufren ni se alegran. Fluyen ligeras, sin correa, sin ladridos que retumben en el silencio pidiendo salida para esos espacios que fueron oprimidos.

Nos encontraremos en los sueños, Airjul. Más allá de las nubes veré en tus ojos de fuego la mirada del amor que me sonríe en libertad.

Nota: Airjul regresó a la mañana siguiente de haberle escrito esta carta… Más acá de las nubes sonríe ahora la alegría del reencuentro…

La Magia de las Relaciones

Del 14 al 16 de septiembre – XV Encuentro de Ecoaldeas Comunidad Los Portales. Sevilla

Un espacio para compartir y comprender el proceso que hemos de realizar como personas para materializar aquí y ahora la opción de las ecoaldeas y los proyectos comunitarios.
Creamos una nueva forma basada en desarrollar las 4 dimensiones: social-comunitaria, ecológica, económica, espiritual. Con talleres, charlas, experiencias que nos permitan trazar nuestra propia ruta por este universo ecoaldeano.
También es un momento festivo en donde compartir experiencias, comprobar lo valioso de las ideas y las dificultades de su implementación, divulgar conocimientos que nos ayuden a transformar, de manera creativa, nuestras vidas y nuestro entorno hacia nuevos modelos de convivencia que velen por la sostenibilidad, la autogestión y el respeto por minorías y mayorías… Los Portales

Ponencia – LA Magia de las Relaciones 

1Las relaciones a todos los niveles son la prueba de fuego por la que pasa el hierro de tus creencias. Algunas dejan una estela de cenizas, en otras quedan candentes las brasas de la amistad y, te acompañen o no en el siguiente tramo, todas te ofrecen una nueva dimensión de ti mismo. No buscas en tus cielos sutiles el refugio que ampare tus constantes huidas, sino que despiertas el Recuerdo en tu vivencia humana, en la comunión con lo humano, tan sagrada como este cielo de estrellas que miras y te contempla. Porque quien no es capaz de confiar y fundirse con las profundidades de otro ser, tampoco se atreve a confiar y fundirse con la Esencia. Mismamente, cuando estás en plena fusión con el Sagrado Corazón, es a través de tu entrega que lo sagrado despierta en tu humanidad, y lo hace abrazando en ti a todas tus relaciones, las que densifican y también las que purifican tus memorias.
Amar es tu origen y tu destino. No hace falta que busques otras huellas que bordarle al tejido vital, pues tu sello es siempre el amor. El Espíritu pone el aliento en todas sus criaturas, a las que él mismo ha amasado y concebido para que sus obras brillen en el mundo como prueba de que el amor sigue existiendo, sigue penetrando en los olvidos del tiempo. Y así, para conocer tu origen, tu rostro original, vas desvelando poco a poco el Recuerdo del amor. 2Amor por ti y por todas las relaciones que han configurado lo que eres. Amor en lo que haces. Amor por tus raíces, por tu recorrido, por el conocimiento. Amor en las alas que alzan tu vuelo. Amor que, por serlo, es fuerza, es conocimiento y es dicha transformada en belleza. Amor que no podría serlo si no tuviera estos tres aspectos unidos, ofreciéndole cohesión al mundo. Pues sin la luz del conocimiento el mundo yacería en la oscuridad más absoluta. La realidad sería una locura sin la cohesión con que el amor integra todos los trozos esparcidos en el espacio de las formas. El amor sabe, une, ve y hace donde tiene que hacer cuando atraviesa los abismos para rescatar a un corazón desesperado en las tinieblas. Pues en el universo sólo hay un corazón, por mucho que éste se manifieste en infinidad de trozos que lo llevan consigo. Es el Gran Corazón que siente su latido en todas las partes del mundo.

Extracto del libro Los Ojos de la Noche