Belleza

Hay lugares, comunes o insólitos – depende de cómo los mires -, donde las formas de la naturaleza se ordenan de tal manera que, cuando uno observa la imagen, se pregunta qué hace posible la expresión de tanta armonía en un simple espacio, si es la luz o su reflejo, el río o la arboleda, el canto del pajarillo o el rumor de las aguas…

Lugares insólitos donde todo está presente en su particularidad sin que nada destaque por sí mismo. Será por eso que resulta imposible atribuir un solo motivo a la belleza.

También hay momentos, fugaces o eternos – depende de cómo los vives -, en los que la luz de una mirada encuentra en otros ojos un espejo de aguas mansas que refleja tu mundo sin distorsiones, así como tú eres, así como estás siendo creado y recreado.

Coincide el instante con ese intervalo en que la mente se aquieta, los pensamientos desisten de saber, de interpretar, de suponer, de analizar… Y, entonces, del trasfondo de esas pupilas emerge un paisaje con rumor de pájaros que cantan su alegría en la arboleda o revolotean sobre un río de emociones serenas.

Momentos insólitos cuando todo está presente en ti, acogido por la luz de una mirada. Y, si algo destaca, es la Belleza que se está mirando en el espejo que tú le ofreces.

Extracto del libro Miradas Peregrinas

Abundancia

¡Y que llueva, sí! Que la lluvia fecunde los campos del día. Que caigan aguas finas y penetren las grietas resecas, para que la primavera cubra con su manto de colores todos los rincones del olvido. Porque la Abundancia no escucha el quejido de los yermos, pero sí responde al reclamo hecho por la misma saciedad. Mira en ti, cielo, y descubre cuán abundante eres. ¡Ah! Te ves sencilla. Sin embargo, no puedes esquivar la exquisitez del mundo que te subyace. Todo es sencillo y a la vez de una complejidad que no siempre puede traspasar tu mirada, pero ahora puedes sentir la plenitud aunque no logres aprehenderla con las palabras. ¿Qué te falta en este instante?
De repente se desatan los nudos y desaparece el miedo de no saber adónde ir, el temor de no volver, de no controlar, de no comprender. Ya no hay nada que reclamar que no sea la plenitud de este instante perfecto. El gozo vive de su entrega sin límites, con la mirada sostenida en la gracia por el aire que llena los pulmones. La Belleza es la danza extasiada de la vida, una entrega constante de amor en lo que haces, en los que dices, en lo que tocas. ¿Lo notas, cielo? Un velo acaba de deslizarse y ante tu mirada se abre un mundo diferente. Las imágenes adquieren mayor luminosidad y nitidez. El corazón se estremece, abriéndose a una corriente impetuosa de luz que lo alimenta todo, y todo lo devora. Es el Fuego del Amor…  
Extracto del libro
Los Ojos de la Noche 

en LA TERTULIA de Granada

¡¡¡Gracias, amig@s!!! Por mostrarme en ese rato compartido la magia del círculo!!!

Doy Gracias

En este encuentro de hoy empieza un nuevo capítulo donde la palabra resurge con renovado impulso. El silencio es siempre fecundo pues genera nuevos entendimientos; quietos y mudos primero, parecieran resistirse a nacer en la conciencia, así como debajo de la nieve se va gestando la primavera que aflorará después… Todo sucede a su debido tiempo…
Y, como en todo comienzo, agradecer. Doy las gracias. Agradezco. ¿A quién? A la vida que me ha dado tanto. No sonará así tan bonito como lo cantaba Violeta Parra, mas si pongo el corazón en la palabra, por fuerza se ha de sentir la gracia, las gracias que lleva consigo el agradecimiento…

Hay procesos que culminan en abundancia, belleza, dicha, sabiduría…, y aun a sabiendas de que hoy no puedo agradecer por la consumación de tantos dones, doy las gracias por el proceso mismo de aprender, paso a paso, las lecciones que me van enseñando a sumar en la carencia, a pulir asperezas, a desvestirme de la dolencia, a leer la confianza inscrita en el no saber.
Hay fuerzas que culminan en talentos, creaciones, éxitos…, mas hoy agradezco por todas las situaciones que me dejaron sin fortaleza –que, ilusa de mí, creí en mí y no a través de mí– para que entendiese que la humildad es la más talentosa de las potencias, cuando se ha  desmoronado toda ilusión de poder… “Yo puedo” es una ilusión mental –
susurra la humildad al oido de la arrogancia- pues yo soy el resultado de todas mis relaciones.
Y, si la culminación de todas las relaciones es el amor, agradezco, doy las gracias hoy, por todas aquéllas que han configurado el amor en mí, no como idea abstracta o ilusoria, sino como experiencia, vivencia y realidad.

En Librería Albareda – Zaragoza

¡¡¡Gracias, amig@s, por acompasaros con mi canto y hacerlo vuestro!!! 

La sonrisa de un girasol

La sonrisa de un girasol, disipando los grises en los que la costumbre entreteje sus rutinas. Sonrisa colmada de aurora que colorea el paisaje sin énfasis ni fatigas… Pareciera que nada nuevo sucediese cuando lavas los platos, cocinas, o trabajas en las tareas que recomponen el día a día; como si todo lo novedoso aconteciera en profesiones exitosas, a personas interesantes, en lugares más exóticos que este espacio saturado de miradas desgastadas… Y, sin embargo, algo está sucediendo en un parpadeo; breve instante en el que la espuma del fregadero produce un cosquilleo en tus manos, o el paladar se deleita probando esa sopa recién retirada del fogón… o cuando atrapas un pensamiento furtivo cuyo entendimiento disuelve el hedor de una vivencia marchita en el recuerdo, dejando espacio a la fragancia de una idea que recién abre sus pétalos. Cuando escribes tus recuerdos, transformando tu ayer en algo hermoso. Pues ¡qué queda de lo vivido sino esa mirada que, de tantas veces revivir, aprende a quitarle sombras al pasado y lo colma con las luces conquistadas en cada amanecer!

Girasoles al Amanecer en Centro Narhanda – Barcelona

¡¡¡Gracias, amig@s, por la sonrisa, el abrazo y la receptividad!!!

Palabras malsonantes

«La palabra debe ser vestida como una diosa y elevarse como un pájaro» – Proverbio tibetano

Como exploradora que soy en las artes literarias, escribo a menudo en mi ordenador portátil, en ese documento Word al que Microsoft le ha incorporado tantas facilidades para que un escrito quede impoluto, perfectamente alineado y sin faltas de ortografía, y al que, además, se une el apartado de sinónimos –ayuda impagable para no caer en la redundancia–.

Considero que el Diccionario de la Real Academia ofrece un amplio abanico de posibilidades que aún no he conseguido explorar en su totalidad, motivo por el cual evito los neologismos en el texto, además de eludir las palabras sórdidas. Es más, a menudo busco entre todos los sinónimos aquellos adjetivos que otorguen más belleza a mis escritos. Desde hace tiempo pienso que la lectura lleva consigo una especie de música insonora que, independientemente del argumento, eleva el espíritu del lector en su recorrido; o lo hunde en una caída sin fondo.

Como amante de la poesía, estimo esos términos que ensalzan un escrito elevándolo por encima de su significado y, por esto mismo, cada domingo quedo angustiada cuando, en el artículo estrella del dominical, aprecio expresiones como: mala leche, gentuza, puñetera mierda, los trincan, amariconando, rollito macabeo, soplapollez, cabrón, frikis, cantamañanas… etc. Y es que, aunque algunas de estas palabras estén admitidas por la RAE -y aunque dicha institución tenga entre sus miembros al autor de dicho vocabulario-, no por ello dejan de ser malsonantes. Y es que, si bien con ellas podrían lograrse rimas asonánticas, estoy convencida de que ningún poema las admitiría en sus versos ya que bajan la vibración del lector a los lúgubres rincones del alma.