Ahora es siempre

Desde hace algún tiempo, la máxima “vive el presente”, flota en las mentes como una invitación a soltar el peso del pasado y la incertidumbre ante tantos posibles futuros que están por determinarse. Ante tanta complejidad, el poder del ahora reclama nuestra atención como una actitud simple. Simplicidad que deja el camino despejado, libre, abierto, al menos por cada instante que la recordamos.

Al mismo tiempo, pareciera que avanzásemos mirando por el retrovisor, aunque sólo sea para advertir que los cambios y la evolución personal siguen su curso dentro y fuera de nosotros, seamos o no conscientes de cada “ahora” que los ha propiciado. Hoy se abre la flor de este día, y no es la flor sino apreciar una fragancia lo que nos acompaña toda la vida. O viceversa, hoy el invierno no tiene tantas flores y la queja por lo que falta es el hueco que el devenir no logra colmar, por muchos jardines que el futuro traiga consigo.

Desde esta perspectiva, cada actitud ante los hechos del hoy tiene una consecuencia en el ahora, pero también tiene efectos en el futuro de cualquier día indeterminado. Es decir, sin entrar en análisis minuciosos, sin necesidad de nuevos despliegues de energía personal, hoy, con la propia cualidad de ser acordes con lo que el momento nos pide, hacemos la siembra de armonía para lo que sea que el mañana nos presente. Y éste va siendo el tejido de esa maestría sin maestría hacia nosotros mismos, como aprendices del vivir.

Despreocupación entonces por lo que traerá el futuro y atención a la sustancia con la cual abonamos cada presente. Esas nuevas realidades posibles pueden ser más o menos satisfactorias, pero si no perdemos el poder del instante, la fuerza de cada “ahora”, hay una conquista de espacios, de seguridad íntima, de consistencia, de enraizamiento que entrega su savia a cualesquiera que sean las circunstancias venideras.

Por esto digo que es importante cómo afrontamos este “Ahora”, ya que es una decisión que, independientemente de los cambios que se manifiesten, influye para toda una vida en la cual, la transformación, es lo único que permanece por siempre.

Ternura

El rosal crece en un rincón sombrío del soportal de la casa.
Sus hojas cenicientas tocan espacios en mi ser que desconocen la luz.
Las ramas se estiran hacia la claridad,
buscando un rayo de sol que apenas las rozan.
Hay emociones que crecen torcidas,
desquiciándote y desquiciando sin medida.
Se dirigen hacia la luz atravesando incertidumbres, penumbras.
Se siente la ternura de su esfuerzo
cuando tocan los pétalos de tu alma.
Cuando, allí donde no se ve una flor, hueles el aroma de las rosas…

Importa el viaje

No importa la soledad o el desapego en esta indiferencia por cuanto me rodea.
No importa que los oídos se cierren, desatentos.
Importa la grandeza del viaje y la aventura de quien, en la quietud de su paz, escucha el ritmo de sus pasos componiendo una música que suena por dentro, mientras se respira el silencio.
Cuando se camina una considerable distancia hasta el campo deshabitado de personajes y de tu persona, cuando se recorre a oscuras un largo camino que no tiene señaladas las orillas, entonces ya sólo importa lo que es Real.
Porque entonces,
si a solas en ti,
al borde de un inmenso océano,
haces incursiones en el agua,
las preocupaciones desaparecen
y todos los asuntos quedan en su justo lugar…

Renovación

Solamente puede volver a llenarse
aquello que ha sido primeramente vaciado.
Para vivir cada segunda oportunidad,
nueva, única, no repetida,
también hay que derramarse de la propia historia personal.
Solamente en el vacío oculto
reverdece la esperanza que, transparente y silenciosa,
reclama el amanecer de una vida con Agua y Sed renovadas…

Transformación

Borro la idea del amor, y el amor Es.
Desaparecen las expectativas
y aparece lo incondicional.
Caen las barreras y brota la intimidad.
Entre ser y no ser, entre morir y vivir,
sólo permanece la transformación…

Amaneciendo

Un momento antes del amanecer, pareciera que la oscuridad fuese más espesa, como si todas las presencias de la noche se comprimiesen en una sola fuerza que, al estallar, rompe el cielo dejando una grieta abierta por donde se cuela la primera claridad del alba. El silencio indeleble se consolida en tu alma, a la vez que el latido perpetuo de la vida renueva tus fuerzas, tu visión, la música de tu corazón…

Paisajes cambiantes

Un estanque de aguas quietas y transparentes. Paz y armonía en el flujo de las emociones hasta que una piedra es lanzada en la superficie cristalina rompiendo el hermoso rostro de un sentir. La reacción primera es culpar a la piedra, o a la mano que la lanzó, incluso hacer culpable a la impermanencia de la belleza. Pero si soy paciente puedo ver que, después del caos y finalmente, la imagen estancada se transforma en otro paisaje que refleja la hermosa faz de otro sentir…

Cristales rotos

A veces, en momentos de silencio y quietud, se me vienen al presente imágenes cristalizadas en el recuerdo, como si el álbum de fotos vitales las guardase intactas en la memoria del tiempo. Esas personas siguieron expuestas a las leyes de la transformación, y sé que yo también he cambiado si hoy puedo recordarlas sin sentirme dañada por esos cristales rotos…

Amanecer

Amanecer en cada noche oscura.
Acercarse a la fuente cantarina
y a los lamentos de una piedra,
quemarse con el fuego
y despedirse de sus cenizas…
Pero ya no hay cenizas a las que decir adiós. Hay una llama renovada que se aviva con el soplo del viento. Hay un gran regalo hecho de esencias que siempre estuvo ahí, esperando a que se me cayeran todos los frascos de cristal donde quise guardarlas. Y, acaso porque la luna llena se bebió los lamentos de la noche mientras cantaba su canción reflejada en la fuente de piedra, el fuego de este nuevo amanecer calienta pero ya no quema…

Crecer

Un cielo negro en el que estallan fuegos artificiales como diminutos puntos luminosos anteponiéndose a la oscuridad, o la página blanca de un diario adolescente que pierde su resplandor al llenarse de signos: entonces nada veía yo en ningún cielo.
Luego dejé de mirar las estrellas y dejé de escribir. Y es que la verdad asoma siempre como algo nunca visto ni descrito, en el instante mismo en que uno comprende. Como sucedió recientemente en una playa del pasado. En aquella hora crepuscular vi cómo el flujo de las olas perfilaba la bahía. Los fuegos artificiales estallaron de pronto en el cielo anunciando el comienzo de las fiestas. El inicio de otra página. Comprendí que la misma imagen de la adolescencia se me revelaba ahora con más nitidez. ¿Y no es acaso la visión, y no el paso de los años, lo que nos indica si en verdad estamos creciendo?

Regalos de inocencia

Cuando era niña quise hacerle un regalo a mi amiga en el día de su cumpleaños. No tenía monedas en la alcancía para comprar un obsequio y sabía que era inútil pedirlas en casa, lo cual favoreció que se activara de manera natural el estado de acecho, de observar alrededor qué elementos podían considerarse como una ofrenda. Recuerdo que encontré un pequeño frasco de cristal, vacío, en un rincón del ropero y pensé que nadie notaría el trasvase de la gran botella de agua de colonia familiar a ese bonito frasco. Cosas de niña, pensar que una hoja de papel con un dibujo que has pintado es poca cosa que ofrecerle a la amistad. Colores, texturas y olores de niña que concluyeron en interpretaciones adultas y no lograron desdibujar la reprimenda que recibí.
Las huellas marcadas en la infancia son un mapa sensitivo que nos induce desde dentro a cambiar y mejorar la lectura de lo vivido. Acaso fuera esa niña, que tomó algo de los demás para tener algo que regalar, la que décadas después me inspiró a hacer mi propio perfume con las flores del entorno. Rosas, Madreselva y Jazmín. Todavía me acompaña esta esencia que me regaló la Madre Tierra y, cada vez que abro la botella de cristal donde comprimí tantos pétalos, siento que la infancia me sonríe desde un rincón del ropero, dentro de una hucha vacía, y en los colores dibujados en un papel.
Puedo sentir hoy que esa huella sensitiva de la niñez fue transformada y sigue haciendo nuevas lecturas en el anhelo inocente de ofrendar, de ofrendarnos. Cosas de niñas, aunque ya somos adultas, es entregarte una pluma a la cual tú haces espacio en tu cartera desprendiéndote de una grulla que llevas contigo desde hace décadas, como si fuera un frasco de papel que conserva la esencia de una amistad. Portaré el símbolo en el tiempo y el espacio pero sé que la fragancia de ese instante de reconocimiento en el cual intercambiamos nuestros regalos ha dejado su huella para siempre en las sendas del corazón.

Recital Poético en el cau de les arts // Esplugues // Barcelona

¡¡¡Gracias, niñas, por el regalo de vuestra presencia!!!

¡Feliz Año Nuevo!

Despidiendo a un inquilino en el tiempo

Respiras profundo mientras los dedos teclean estos renglones, como pidiéndole al aire que oxigene las palabras de despedida, las que hayan de acudir a pronunciarse en este adiós sin uvas ni campanadas todavía. Seguirán girando las estaciones y podrás mirar desde otra perspectiva lo vivido, y dará igual por dónde y cómo lo contemples en la rueda del tiempo: este año lo verás siempre como el que dio acogida a un inquilino que se instaló en tu mente y con el cual has convivido en los últimos meses.
Acaso fuese más efectivo que el dulce espacio del silencio o la música callada del corazón tocasen las notas del adiós sin discurso ni creencia, y no darle voz a las palabras que durante tanto tiempo han respirado aires rancios de emociones manidas, las que no pueden sino exhalar lo re-sentido, lo repetido una y otra vez en los circuitos cerrados de una percepción que te atrapa ahí donde no hay orificios que ventilen olores añejos.
Sí, tal vez fuera más positivo enmudecer cuando las palabras no pueden renovar los aires, cuando se vuelven cansinas de trasladar siempre lo mismo. Porque si las palabras son vehículos con el poder transportar la materia sutil de los sueños, también se hacen portadoras de esa sustancia turbia y espesa que hace los días pesados, que te deja sin fuerzas para afrontar el reto de seguir viviendo. Las palabras son potencias creadoras o destructivas y las que van cargadas de emociones pesadas pueden ser una losa brutal allá donde caigan, sean o no pronunciadas, pues al igual que hay una música callada que resuena en otro corazón, también están los pensamientos no expresados que se convierten en inquilinos de la mente que los hospeda.
Pero no, el paradigma mental no ofrece hospitalidad, esto es cosa del corazón, del Hogar. La mente absorbe y se apropia y dice “esto es mío” cuando las palabras peregrinas pasan por la puerta hablando de libertad, de amor, de conocimiento; o entra en conflicto contra esas creencias que se aposentan sedentarias en tu cabeza y no armonizan con los parámetros que te identifican. «Esto no es mío. Aquí hay un intruso y hay que echarle fuera», gritan entonces tus emociones. Lo que pasa es que en esta contienda intentas desalojar tu casa de «eso» con lo que no te identificas y lo haces proyectando la acometida contra «eso» del otro lado que lo refleja. Pero al final resulta que el embate se está dando dentro de ti, en tus propias percepciones.
Tu paradigma mental está en conflicto contra ese inquilino al que abriste la puerta cuando llegó con los bolsillos llenos de oportunidades que luego resultaron falacias. Gran batalla la de este año para expulsar lo que dices que no es tuyo, lo que adjudicas al mundo que te rodea, pero ¿cómo desalojas las sombras que el intruso ha despertado en ti, las que han vivido en tu mente y se han nutrido de tus emociones? ¿Debajo de qué excusa te escondes si ya todas las creencias que sostuvieron la percepción de lo que eres han sido saqueadas? Todo en ti ha quedado a la intemperie, sin techos ni paredes. La cruel batalla te ha dejado sin murallas que definan lo que es tu conquista (lo que tomaste del mundo) y lo que te ha sido arrebatado porque lo entregaste sin soltarlo. No ¡Basta! Ya no quedan fuerzas que malgastar en esta encerrona absurda.

Y así llegas a la última hoja del calendario anual y repites el ritual de uvas y campanadas renovadoras de propósitos que han de motivarte a girar otra vuelta en la rueda del tiempo. Lo que pasa es que esta noche es especial porque ahí mismo donde recibiste el año puedes respirar más profundo y decir adiós ya sin miedos ni agravios. Por esta vez la despedida no te deja acidez en el paladar sino el dulzor del fruto maduro en la palabra. Adiós y gracias por la dulzura en la madurez de un proceso. Adiós y gracias por la esencia del aprendizaje que vino a traerte ese inquilino cuyo nombre es Crisis.
Y lo mágico del asunto es que ha sido al darle la vuelta al inoportuno ocupante cuando le has reconocido en el giro de tantas estaciones vestido de las circunstancias más variopintas. ¿O acaso no es también el mismo párrafo que te has vivido de tantas maneras, pero siempre del revés? Tu sueño no necesita paredes donde colgar cuadros con paisajes, ni techos donde pintar estrellas. Y allá donde está tu sueño, el tuyo, está tu Hogar.

Un propósito inédito quiere nacer entre las campanadas que tocan el final y el comienzo. Ojalá que las palabras peregrinas y los pensamientos inquilinos cesen de cincelar culpas en las paredes de la mente y retornen a la conciencia del Hogar.
El Hogar es un estado del ser sin muros que separen lo tuyo de lo mío, ni techos que limiten el desarrollo de lo que somos. Despertar a esta dimensión es sentimos libres de ser lo que somos ahora, y que esta libertad libere el amor oprimido en lo que no pudo ser.
El Hogar es una transparencia en la percepción que nos hace ver y aceptar el mundo así como es, y no como quisiéramos que fuera.
El Hogar es nuestro espacio más sagrado, y como inquilinos de la mente nos vamos preparando para habitarlo. Hasta que finalmente descubrimos que es el Hogar el que nos habita mientras no le contaminemos con la basura que captan nuestros cerebros o la que está acumulada en nuestras memorias inconscientes.
Nos relacionamos con los demás a diferentes niveles de intercambio pero nos quedamos y arraigamos y permanecemos en ese corazón donde sentimos la sensación de estar en casa, de no ser inquilinos saqueadores en el espacio que nos alberga.
El Hogar es una alianza a nivel sutil que no se deja atrapar ni condicionar; el contexto y formas de relación no dan garantías de Hogar por muchas veces que nos casemos o por muy numerosa que sea nuestra familia o por muchas casas que construyamos. Y acaso sea por esto que, salvo en momentos puntuales, todos somos niños huérfanos que vamos creando un mundo de sustitutos y artificios y proyecciones que nos hagan olvidar la incertidumbre del destierro.
La añoranza del Hogar, más despierta o más latente en cada cual, es el anhelo profundo de intimidad en el acto de relacionarnos. Sentirnos en casa en el corazón de otro ser, albergar al corazón que nos alberga, porque esa sensación compartida nos recuerda el cuidado esencial de una madre, la protección inherente al padre, la complicidad y reconocimiento y apoyo en la hermandad…

Recuerdas en esta despedida el dulce espacio del silencio. La música callada del amor danza libremente en tu respiración. Empieza otro giro en la rueda del tiempo y esta vez ya no estás fuera sino dentro del corazón de la casa, de la familia, de la sociedad, del universo… Y sonríe la última campanada en el Hogar que te recibe y acoge y da la bienvenida a las puertas de un corazón que te está llamando desde adentro…

Desde este rincón en una esquina del viento 
soplo en las plumas de un pajarillo que
oirás cantar en algún momento
mis mejores deseos para ti 
y todas tus relaciones…

Amor de espinas y de rosas

“Muéstrame las espinas
que yo miraré las rosas,
aún conservan su fragancia,
aún perdura su hermosura…
Ya sé, no hay rosas sin espinas,
mas ¡cómo duele!
tú ya sabes cómo,
un amor sin rosas…”

Amor por omisión, que se espanta ante la consistencia, que sólo vive en la fantasía, que sueña un boceto imaginario donde incorporar una realidad tangible pero ninguna se ajusta a él. Y quiebra, modifica, mutila lo auténtico porque su esquema es irrompible. Amor predestinado a morir en la realidad y, conocedor de ello, me la niega rotundamente.
Amor usurpador, que se proyecta hacia otra mente, la seduce, la posee, la conquista, y la transforma en su reflejo, para luego descubrir que no soporta mirarse en ese espejo ya que siempre huyó de su propia imagen, la misma que ha compuesto frente a sí. Amor de manos abiertas que dejan caer lo que sostienen para alcanzar lo que me es negado.
Amor invadido, que se estira y se encoge, se expande y se reduce, se agrega y se mutila, en su intento de encajar perfectamente en el molde de otra identidad, pagando un doble precio al conquistador: el del esfuerzo por amoldarse y el de la pérdida de la propia identidad. Amor que guarda celosamente lo que recibe, y me hace depender de ello porque soy incapaz de generarlo…
semillas de un sueño… Pero anoche el amor entró en mis sueños dejándome un boquete abierto al exterior, un nuevo punto de referencia hacia el que mirar. Y me salvó, porque había dejado de creer en la vida, en ti, en mí, y me levanto hoy con la esperanza y curiosidad necesarias para seguir buscando. Ahora sé que se puede abrir una grieta en el tejado y tocar una versión más elevada de lo que somos, de lo que sentimos, de lo que vemos en otros, de lo que pude percibir. Mas no podemos sentarnos tranquilamente a mirar el techo, hemos de arañarlo, romperlo, traspasarlo, si queremos acceder a ese anhelado mundo que nos está esperando…

Extracto del libro Semillas de un Sueño

Madre Naturaleza

La vida se entrega a sí misma en la misma vida para que sigamos alimentándonos de vida. Esto se ve en casi todas las criaturas que asoman y se transforman en la piel de la Madre Naturaleza: cuanto más conectadas están con su esencia más buscan el alimento vivo que las nutra de vida; no acechan lo que ya está muerto y, si algunas lo hacen, es porque son carroñeras.

La vida se alimenta de la vida, pero te acostumbras a nutrirte de materia inerte, de tiempos caducados, de un devenir gestado en la indiferencia, en el miedo o en la huida del presente.

Está muerta la vela que ha consumido toda su mecha y, de nuevo a oscuras, te enfadas con la cera derretida o agradeces por la luz que alumbró lo que no estaba visible en ti. Está muerto el pasado y la vida pone otras velas en el camino, nuevas relaciones, más regalos.

Lo que te vives en tu cueva oscura es una oportunidad única de agradecer por un espacio que nunca existió y ahora está vivo en la consciencia. Agradecimiento por la claridad que nace de ti cuando se apaga el resplandor en tus ojos, cuando entiendes que la luz de la vela consumida en el ayer sigue encendida en tu mirada presente y alumbra ya el rostro de un paisaje naciente. Gratitud al recordar cómo el latido de la vida sustenta la forma de un sueño que se gesta en las entrañas de la materia y resuena en tu propio vientre.

¡Siente, siente el pálpito de la Madre! Siente el amor infinito que te sigue gestando en un tiempo sin tiempo, en un espacio sin límites. La vida es una piedra inerte y dormida si no la nutres de un sueño que asoma y se transforma en ti desde siempre…

Encuentro de Conexión con la Madre Tierra en el Garraf – Barcelona

Metamorfosis

Luis G. Urbina lo llama Metamorfosis en este poema donde describe a un beso cautivo enamorado de una mano que se cree libre aunque al final acaba huyendo. En mi poemario particular ha supuesto la transformación que hizo la mano (lo personal) para acercarse lo suficiente a ese espacio intangible al que no se le da reconocimiento, ni aceptación, ni expresión. La metamorfosis de un prisionero beso en suspiro liberado. La transformación en aliento esencial de todo eso que quedó olvidado, ajeno, oprimido…

A veces se manifiesta el amor entre lo uno sintiente ahí dentro y lo otro visible ahí fuera; amor hacia lo ajeno que no siempre acepta el todo en la otredad. Otras veces no encuentras nada ahí fuera que despierte tu sentir, y miras adentro. Con ojos de asombro ves la infinita paciencia con que el amor va uniendo en ti un espacio y otro; descubres entonces un sentimiento prístino que ya no puede rechazar nada, pues ahí dentro nada queda fuera del sí mismo.
Y es ahora, mientras declamo el poema de Luis G. Urbina, cuando se me hace visible el amor entre un verso y otro; entre una imagen –el beso o el amor– y otra –la mano o la persona. El poema es lo otro que ahora siento y acepto en la totalidad de sus estrofas. Las imágenes son dos espacios en mí que ya no se rehuyen. Se están amando desde siempre.

Metamorfosis – Luis G. Urbina

Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve, que tenía
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en la agonía.
                    Y sucedió que un día,
                    aquella mano suave
                    de palidez de cirio,
                    de languidez de lirio,
                    de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.

Un albergue en el camino

Después de tantos desplazamientos como «peregrina» que ha seguido las flechas del corazón, los signos invitan ahora a detenerse un rato en este «albergue» situado en pleno Parque Natural del Garraf. A pocos kilómetros del Monasterio Budista, a unos minutos de Sitges, en un entorno de silencio, paz y armonía.
Han sido semanas de dejar a un lado las abstracciones mentales y trabajar en lo concreto, de airear espacios cerrados, de despertar olvidos… un proceso que paralelamente se ha ido dando en mi interior. Y ahora que ya todo exhala esa presencia de entrega, de amor, de afán por cuidar los espacios que me acogen, ya puedo decirte ¡ven! Ven cuando quieras o puedas. Ven si necesitas bajarte un rato del mundo, pues aquí puedes aunar las fuerzas, la visión y el equilibrio que necesitas para seguir sosteniendo tu mundo particular.

Perspectivas

Los pasos andados logran su razón de ser cuando volvemos la mirada hacia atrás, apreciando cómo las huellas de cada pisada delinean el camino que nos situó en el presente. Por eso es necesaria la perspectiva que nos ofrece el tiempo y la distancia, porque nos permite entender el significado de cada vivencia al ubicarla en el lugar que le corresponde dentro de una trayectoria, ya sea personal o conjunta; y por eso ha sido escribiendo esta historia cuando finalmente he comprendido la cantidad de cambios, aperturas, engranajes y desapegos provocados en mi ser: entendimientos imposibles de apreciar en su totalidad mientras vivía la experiencia aquí narrada.

Hay procesos de nuestra realidad que acontecen lineal o cíclicamente, pero también hay un trasfondo inconsciente que experimentamos a trozos cual piezas de un puzzle vividas desordenadamente: pedazos de existencia a los que no le encontramos el sentido hasta que ocupan su espacio en la imagen completa. Y lo cierto es que no existe un contenedor universal donde expulsar esas vivencias inútiles, o los pasos equivocados, ni tampoco aquellas incongruencias que desmoronan nuestras estructuras mentales. Todo acaba siendo materia reciclable en el arte de vivir, y ello sucede cuando el entendimiento asume su labor de transformación. La luz de la consciencia penetra cada percepción, cada recuerdo, cada circunstancia, y lo hace libre de enjuiciamientos, con la determinación de encontrarle sentido a todo aquello que ocupa un espacio y, por lo tanto, pesa en alguna parte…
Extractos del libro Girasoles al amanecer

Girasoles al Amanecer en Centro Koruma – Barcelona

¡¡¡Gracias, amigas, por esos renglones que palpitaron en la página del corazón!!! 

Los Ojos de la Noche

 

No le digas al día lo que te ha contado la noche,
pues podría el sol ponerse a ensoñar…

El reloj de la infancia se transforma en un círculo de piedras donde una mujer pasa la noche haciendo su Búsqueda de Visión, invocando la sabiduría ancestral de las Doce Ancianas. La voz de la Luna Llena se convierte en el hilo mágico que va conduciendo a la buscadora, desde la medianoche hasta el amanecer, en un viaje donde la sustancia de los sueños y el tejido de la recapitulación configuran el trenzado de luces y sombras, convertido en la claridad de un nuevo canto.

Mirar con los ojos de la noche es Recordar la mirada de la piedra, del aire, del fuego, del agua. Es abrir la visión a la unidad indisoluble del Amor que abarca un solo instante todas las miradas y todos los momentos en los cuales has amado…

Un nuevo amanecer nos aguarda en la fina luz que rompe la noche. Echemos ya a andar la mirada sobre el campo de flores nuevas que están naciendo en nuestro corazón. Llenemos cada momento de hálito renovado y sintamos lo infinito de cada instante, entregados a la paz que se siente en cada entrega…

Si deseas regalar o regalarte este libro en formato impreso, contacta con:   lamagiadelasrelaciones@gmail.com

 También está disponible en formato digital en:            
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Girasoles al amanecer

La historia desplegada en estas páginas se desarrolla en una Comunidad del Valle Sagrado de Perú. Sus protagonistas son Buscadores de diferentes países que unen sus vidas para crecer juntos, acogiendo las costumbres y el conocimiento de una cultura ancestral. Aunque el escenario y los personajes descritos propicien la narrativa sobre los misterios de una Tradición milenaria, el desarrollo de la obra profundiza más en las relaciones a todos los niveles: con la naturaleza, con los elementos, con el trabajo, con el mundo invisible, con los compañeros de viaje; en definitiva, con uno mismo. Es la historia de una comunidad de Hombres y Mujeres Medicina que eligen el camino de la sanación, mostrando con sus vidas cómo enfrentar la existencia de una forma más sencilla, honesta y fuerte…

“Girasoles decaídos tras una larga noche de sombras oscuras, que despertaron una mañana abriendo sus pétalos a la luz del amanecer, elevaron sus corazones hacia el cielo y no necesitaron más motivo, para colmar el nuevo día, que girar en dirección al sol…”

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También está disponible en formato digital en: Bubok  y Amazon

          

Somos flechas lanzadas por la vida, en cada elección marcamos nuestra proyección, nuestro destino, todas las elecciones que hice convergieron en este lugar, en este camino…

Y es cierto que elecciones muy importantes hube de hacer antes de viajar a Perú. Cualquiera podría pensar que cruzar el océano, hoy en día, no tiene nada de extraordinario: muchas personas pueden aprovechar el mes de vacaciones en conocer otros países, más o menos exóticos. En mi caso, sin embargo, fue una cuestión de conseguir más tiempo del que se requiere para hacer turismo. Desde siempre, más que la figura del turista, me interesó la del peregrino, o viajero que se busca a sí mismo en otras culturas o formas de entender la vida. Hay viajes y viajes, pero los más auténticos, pienso yo, son aquellos que nos devuelven a casa como seres diferentes y más acordes con nuestra verdadera naturaleza.

… Sin embargo, lo más extraordinario de esta experiencia es que podría haber sucedido, y puede suceder, en cualquier lugar del mundo. Lo más sorprendente es que las voces que suenan en estas páginas podrían ser, en esencia, las de cualquier persona que se baja un rato del mundo con el propósito de descubrir quién vive bajo los ropajes diseñados por su tradición, cultura o circunstancias vitales…

Búsqueda y Encuentro

El otro día reflexionaba sobre la diferencia entre vivirse la búsqueda o vivirse el encuentro. Caminar sin un mapa o seguir las huellas de los maestros… La vida es la Gran Maestra. Al final todos acabamos confrontándonos con nosotros mismos en esos tramos que marcan la trascendencia. Soledad, miedo, muerte, desamor, incertidumbre, vulnerabilidad…. Un buscador disciplinado, un discípulo, se pone por voluntad propia en esos tramos y aprende y trasciende y sigue adelante. La gran masa estamos entretenidos en crear un mundo de protecciones para evitarlos, pero en algún momento la vida nos pone delante del aprieto sin dejarnos opción a esquivarlo. Aun así podemos elegir entre rendirnos a nuestra verdad –y en esa rendición renace un nuevo canto a la vida– o rebelarnos –ensanchando la frontera entre vida y muerte, fortaleciendo el egoísmo, perpetuando el desamor en nuestras relaciones, haciendo a la duda inteligente…–.

¿Está más cerca de la iluminación el canto a la vida o el canto a lo que ya murió? ¿El canto a la expansión mental o el canto al vacío de la meditación? Para mí el canto mismo es la luz. La vida se nubla y llueve y truena para que una nueva expresión resplandezca con los colores del arco iris…

En Ananda Zentre – Miami Playa – Tarragona

¡¡¡Gracias, amig@s, por motivarme a escribir una página más en el aire!!!