Lecturas

(…) En las calurosas y largas tardes de verano, hasta el aire hace la siesta en la casa de las golondrinas. El tiempo se detiene, la brisa se demora, los pájaros enmudecen sobre las ramas quietas de los árboles frutales… La luminosidad veraniega realza las formas y aviva los colores. Sólo el rosal que nadie mira pone su tonalidad mustia, aunque a nadie le pase desapercibida la fragancia que a ratos exhala sobre el entorno. Ha sido plantado en un rincón sombrío del soportal de la casa, donde las ramas espinosas se estiran hacia la claridad de los rayos del sol, que apenas las rozan.
– Abuela, ¿por qué crece tan desgarbado este rosal?
– A veces, cielo, no es por capricho lo que vive torcido y desgarbado, más bien es que el rosal está buscando la luz que nunca le ha tocado…
Extracto del libro Los Ojos de la Noche

Publicado por

Angela Castillo

Aprendiza de Poeta Maga