Cayendo de nuestro lado

Gracias por retirarme de tu vida
antes que yo me retire de la mía.
Gracias por darme el arrojo necesario
para caer de mi lado
cuando estoy cayendo demasiado en ti.
Caer en mí es recuperar de nuevo el eje,
la mirada centrada, el objetivo claro,
la fuerza disponible, la voluntad de seguir.
Caer de mi lado es dar un paso más hacia nosotros…

Piedras de plumas

Un albañil quería… No le faltaba aliento.
Un albañil quería, piedra tras piedra, muro
tras muro, levantar una imagen al viento
desencadenador en el futuro.
Quería un edificio capaz de lo más leve.
No le faltaba aliento. ¡Cuánto aquel ser quería!
Piedras de plumas, muros de pájaros los mueve
una imaginación al mediodía (…)

(Miguel Hernández)

De niña me gustaba la poesía, dejándome encantar por una música insonora de versos que sólo conseguí comprender (sin comprender nunca del todo) muchos años más tarde. Cuando las palabras se viven sin corsés, libres de ataduras, como si fueran alas que desplazan paisajes imaginarios, sin explicación –mas con el sentido vivo y práctico de exclamarse–, afirman la humanidad que nos habita. Siendo también así que, a través de la poesía, el ser humano ansía habitar el mundo más allá de los sentidos…

La Faz de España

Yo no quiero escribir más cuentos, abuelos poetas,
ni trazar renglones que opriman el pensamiento
siguiendo una trama repetida en el tiempo,
ni cifrar signos difusos sobre el silencio blanco
que guarda en sus entrañas memorias del futuro.
Y tampoco quiero remarcar la colosal arruga
de esa faz querida que se escapa del marco
buscando su canción entre los recuerdos dudosos
de tantas vivencias sobre la piel de estas tierras.

Yo quiero ser nieta de vuestros versos, abuelos.
Y si no me alcanzasen las palabras para hacer
una España así como antaño soñaran vuestras
plumas, los colores de Julio Romero de Torres
pueden alcanzarme para pintarle un rostro
a esta patria teñida tantas veces ya de tantos
contrastes, de arreglos y desarreglos, siempre
hecha y siempre inacabada, siempre perfecta
y siempre por hacer en el devenir detenido
y a la vez imparable de las cambiantes estaciones.

¡Ay, abuelos, poetas! Yo aspiro pintar con palabras
la luz que hace visible el perfil de un rostro cuyos
ojos recuerdo en un mar interminable de olivos
y anhelos inagotables por mirar detrás del horizonte;
de unos labios que en la infancia me besaron
dejando en la piel de la inocencia el olor del roble,
de la encina y del junco, cual aliento fresco que fue
dando forma con paciencia infinita a esta tierra arcillosa.
Pintar de azul los versos para que ese trozo de cielo
donde bebieron vuestros sueños, abuelos poetas,
sea el marco de un espejo donde sonríe la faz de España.

Angela Castillo

Poema seleccionado para la Antología de Vivencias convocada por Orola Ediciones. El tema monográfico del concurso fue “FACER ESPAÑAS”, un concepto con el cual se pretende resaltar y dar testimonio de lo que nos une a la comunidad hispanohablante. Nuestros anhelos y preocupaciones, nuestras diferencias, entendidas como riqueza y diversidad, y también nuestras miserias y flaquezas, para poner toda nuestra energía en superarlas.

La niña aceitunera

«Yo soy para ti, florecilla, como la noche
misteriosa, sólo puedo darte silencio y olvido,
pero cuando abras tus ojos a la luz de la mañana,
mis lágrimas de rocío calarán el secreto
de tu alma…” Le dijo a esta niña un olivo.

La niña no olvida el misterio de su amigo.
Pasan las estaciones, el campo bebe y se renueva,
y al año siguiente regresa al olivar cargada de pañuelos:
ella secará las lágrimas de esos ojos secos
desvelándoles la risa iluminada del reencuentro.

Si no fuese por lo mal que lo pasa a primera
hora de la mañana, se diría que esta niña disfruta
de irse con su familia a la recogida de aceitunas.
Y es que lo peor es la llegada al olivar, cuando
el manto de escarcha todavía cubre el campo;
las rodillas se niegan a hincarse en la tierra helada,
y las gélidas olivas se le caen de las manos.

El padre mira a su niña: la carita roja de frío,
el cuerpo abrigado pero entelerido; de lejos va
y le grita: “Anda, corre y rebusca unas tamarillas,
que vamos a encender una lumbrecilla. ¡Aligérate,
hija, que se te vaya calentando la sangre!”

Y ella rastrea por todos lados su cosecha de ramas,
hasta que la parva se hace grande y suficiente
para que prenda un fuego reconfortante.

Acerca sus manos a la pira, y a través de la flama
mira a sus hermanos que ya terminaron de varear
un olivo y tiran de los fardos cargados de aceitunas.
Piensa ella en su amigo misterioso, y el árbol se crece
en su fantasía como una presencia erguida e inmortal,
siempre verde, en medio de la tierra árida y oscura…

“No te quedes ahí parada, hija –le dice su padre–,
que al frío se le vence con brío y celeridad”.
Ella corre en busca de más leña, no sea que se apague
la hoguera. Sólo cuando está segura de su flameante
fuerza, se acerca a los fardos y ayuda a sus hermanos
en la criba de tallos, para llenar de olivas los sacos.

Asoman los primeros rayos de sol que apenas calientan,
pero la niña, afanosa, ya no tiene frío: con la espuerta
a mano, se echa sobre la tierra y recoge las aceitunas
caídas; al lado de la patilla está la mejor solada
y entre puñado y puñado, la esportilla pronto se llena.

Entre puñados, olivos y salteos, desfila la mañana,
y cuando el gorrión en el albero busca su pitanza,
la niña piensa en la comida, esperando anhelante
que la voz de su padre anuncie la pausa del mediodía.

A sol y sombra, se sientan alrededor de la merienda,
y ¡qué rica está la comida que su madre les ha preparado!
El pan chorreando aceite en sus manos, el queso de cabra,
el surtido de la matanza, las nueces y la naranja…

Después descansan un rato, antes de seguir la faena:
el padre y los hermanos hablan de asuntos cotidianos,
pero a la niña le gusta echarse sobre la tierra, sentir
sus latidos al mirar el vasto cielo encima de ella.
Le gustan las burbujitas suspendidas en el aire,
como motas diminutas que se dejan arrullar
por el susurro de la brisa. Y le gusta disfrutar
de ese momento en que todo es ligero y fugaz,
como si de los altos cielos bajase hacia la tierra
un cortejo de hadas y en sus alas pudiera volar.

La tarde se le hace más larga y calurosa,
rehuye el sol buscando el frescor de la sombra.
Mantiene diálogos con cada olivo donde se posa
y a cada uno le cuenta cosas diferentes: la carta
que este año le escribió a los reyes; lo bien
que éstos se portaron; los estudios van regular;
lo peor las matemáticas; pero leer le encanta,
con el último cuento también lloró al final…

Y el olivo le responde con un poema:
“La vida está aquí, en esta tierra,
en la mente soñadora que se mira
en las estrellas. Yo no sé si soy un árbol
o un río invisible que mana aceite.
Aunque viva eternamente parado,
mi néctar recorre el mundo de mesa
en mesa, de labio en labio…”

Y entre puñados y espuerta, entre ramas y olivo,
entre silencio y diálogos, pasa amena la tarde.
El sol aprieta y da gusto coger las aceitunas
que están junto a la patilla del árbol,
pero sin olvidar los salteos, ¡eso nunca!
No le dan pereza a la niña los pasos,
pues allá donde ve una oliva, por lejos
que se haya caído, ella va y la busca.

Y esto sucede desde que una aceituna le contara
su historia, y lo cansada que estaba de volver
a ser tragada, una y otra vez, por la árida tierra.
Desde entonces la niña se ha convertido
en la salvadora de las aceitunas salteadas.

Las libera en sus manos, cual estrellas fugaces
que al vuelo alcanza y su destino lanza
en la espuerta, para que retornen a su seno
con la magia de saberse realizadas.
Pues toda aceituna se merece la vida
y el recorrido en que verá cumplido su sueño.

Si el destino de toda aceituna es tornarse aceite,
no ha de permitir ella que ninguna se quede
en el terreno, expuesta a ser devorada por la tierra,
teniendo que esperar a la siguiente temporada
para renacer de nuevo en la próxima cosecha…

Cuando la tierra empieza a adormecerse,
termina la jornada. Su padre reclama a la niña
para que ayude a doblar los fardos, y juntar el hato.
Todos regresan a casa con los huesos cansados
y un canto de paz en el pensamiento, en voz baja,
no sea que el cielo y el olivar se despierten…

La niña mira hacia atrás, hacia el campo de olivos,
cual si de lejos pudiese ver mejor a sus amigos,
feliz de que su infancia anide en esas ramas
que le han desvelado el secreto de su alma…

Girasoles al amanecer en Torredonjimeno – Jaén
¡¡¡Gracias tosirianos, por esa receptividad que permitió expresarse a esta niña aceitunera!!!

Encuentro con la Luna Llena

la tartera d´oris 6¡Ay, Abuela Luna! Si me falta la alegría de vivir, por qué entonces amanece cada día. Si no me es dada la claridad del Misterio, por qué la noche despliega su manto de estrellas. Si no siento el pálpito del amor, por qué este necio corazón sigue latiendo en un constante desafío a la muerte…
Y la luna responde: ¡Ay, cielo! Deja que el Amor te abrace. Tan sólo viene la muerte cuando amas la vida. Es la única forma de cruzar a la otra orilla: nacer y morir simultáneamente. Acercarse a la fuente cantarina y a los lamentos de una piedra. Quemarse con el fuego y despedirse de sus cenizas… Extracto del libro Los Ojos de la Noche 

¡¡¡Gracias, amig@s!!! Por el espacio y la oportunidad que me ofreció este Encuentro de avivar un nuevo fuego, de alumbrar un nuevo canto…

http://elartedevivirconconsciencia.com/

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre

Mujer…
Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.

Ama al hombre cuya alma llame a la tuya con claridad,
al hombre que te ve,
al que tiene suficiente coraje como para mostrar su miedo.
Acepta su mano y guíala suavemente hacia el fondo de tu corazón,
donde él pueda sentir tu calidez y descansar
y quemar su pesada carga en tu fuego.
Míralo a los ojos y encuentra a sus padres y abuelos,
y esas guerras donde sus espíritus lucharon
en tierras lejanas, en tiempos remotos.
Encuentra sus dolores y peleas y culpas,
sin juicio, y déjalo todo ir, suéltalo.
Siente su carga ancestral.
Lo que busca es un refugio seguro en ti.
Déjalo derretirse en su firme mirada,
sabiendo que no necesitas despejar esa furia,
porque tienes útero, una puerta profunda y dulce
para lavar y renovar las viejas heridas.

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.
Siéntate delante de él en la plena majestuosidad
de tu feminidad, en el aliento de tu vulnerabilidad,
en el juego de tu infantil inocencia,
en las profundidades de tu muerte,
e invítalo a florecer, suavemente entregada.
Y permite que su poder masculino de un paso hacia ti
para nadar juntos en el útero de la tierra
en silencioso saber.
Y, cuando se retire,
porque lo hará escapando asustado a su cueva,
reúne a tus abuelas en torno a ti, envueltas en sabiduría,
y escucha sus tiernos susurros,
calmando tu asustado corazón infantil.
Invitándote a la quietud.
Y espera pacientemente su retorno.
Siéntate y canta junto a su puerta
una canción de remembranza,
de que puede calmarse una vez más.

Si quieres cambiar el mundo, ama un hombre,
realmente ámalo.
No engañes a su pequeño niño con astucias
y artimañas y seducción y fórmulas mágicas,
sólo para dejarlo atrapado en una red destructiva de caos.
Eso no es femenino, es venganza.
Es el veneno del linaje corrupto,
del abuso de las eras,
de la violación de nuestro mundo…
Eso no le da poder a la mujer,
sino que la reduce mientras lo castra y nos mata a todos.
Y si su madre no lo pudo sostener,
muéstrale una verdadera mujer y ahora dale sostén
y guíalo con tu gracia y profundidad,
ardiendo en el centro mismo de la Tierra.
No lo castigues por sus heridas
que no responden a tus necesidades o criterios.
Llora dulces ríos por él
y lleva toda esa sangre de regreso a casa.

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.
Ámalo hasta desnudarte y sentirte libre.
Ámalo hasta abrir tu cuerpo y espíritu
al ciclo de nacimiento y muerte.
Y agradécele la oportunidad mientras danzáis juntos
a través de los vientos y bosques silenciosos.
Sé tan valiente como para ser frágil
y déjalo beber de los suaves
y embriagadores pétalos de tu ser…
Déjale saber que puede sostenerte, pararse y protegerte.
Déjate caer en sus brazos, confiando que puede tomarte,
aún si te han dejado caer miles de veces antes.
Enséñale a rendirse, rindiéndote.
Y únete al dulce vacío del corazón del mundo.

Si quieres cambiar el mundo, ama a un hombre,
realmente ámalo.
Anímalo, nútrelo, permítele, escúchalo,
dale sostén, dale sanación
y tú a cambio serás nutrida, sostenida y protegida.
Sé brazos fuertes y pensamientos claros y flechas apuntadas,
porque él puede, si lo dejas,
ser todo lo que sueñas.

Si quieres amar a un hombre, ámate a ti misma.
Ama a tu padre, a tu hermano, a tu hijo, a tu ex pareja.
Ama desde el niño a quien has besado
por primera vez hasta el último por quien has llorado.
Agradece los regalos de tu camino,
hasta éste que tienes frente a ti ahora,
y encuentra en él la semilla
de todo lo que es nuevo y solar.
Una semilla que juntos podéis plantar
y nutrir en el cultivo de un nuevo mundo.

Lauren Wilce

Ser en la vida Romero

Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.

… Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

Así, como en estos versos de León Felipe, he vuelto al Camino de Santiago después de hacer otros caminos en lo concreto de la vivencia y en lo abstracto de la página. Por eso de que no se acostumbre la mirada a perfilar el mismo paisaje, regreso como una niña con zapatos nuevos a los mismos lugares que curaron mis ampollas y hospedaron el cansancio peregrino. Con la mochila más ligera ahora. Con las preguntas de antaño transformadas hoy en canto.

Los Ojos de la Noche

 

No le digas al día lo que te ha contado la noche,
pues podría el sol ponerse a ensoñar…

El reloj de la infancia se transforma en un círculo de piedras donde una mujer pasa la noche haciendo su Búsqueda de Visión, invocando la sabiduría ancestral de las Doce Ancianas. La voz de la Luna Llena se convierte en el hilo mágico que va conduciendo a la buscadora, desde la medianoche hasta el amanecer, en un viaje donde la sustancia de los sueños y el tejido de la recapitulación configuran el trenzado de luces y sombras, convertido en la claridad de un nuevo canto.

Mirar con los ojos de la noche es Recordar la mirada de la piedra, del aire, del fuego, del agua. Es abrir la visión a la unidad indisoluble del Amor que abarca un solo instante todas las miradas y todos los momentos en los cuales has amado…

Un nuevo amanecer nos aguarda en la fina luz que rompe la noche. Echemos ya a andar la mirada sobre el campo de flores nuevas que están naciendo en nuestro corazón. Llenemos cada momento de hálito renovado y sintamos lo infinito de cada instante, entregados a la paz que se siente en cada entrega…

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Girasoles al amanecer

La historia desplegada en estas páginas se desarrolla en una Comunidad del Valle Sagrado de Perú. Sus protagonistas son Buscadores de diferentes países que unen sus vidas para crecer juntos, acogiendo las costumbres y el conocimiento de una cultura ancestral. Aunque el escenario y los personajes descritos propicien la narrativa sobre los misterios de una Tradición milenaria, el desarrollo de la obra profundiza más en las relaciones a todos los niveles: con la naturaleza, con los elementos, con el trabajo, con el mundo invisible, con los compañeros de viaje; en definitiva, con uno mismo. Es la historia de una comunidad de Hombres y Mujeres Medicina que eligen el camino de la sanación, mostrando con sus vidas cómo enfrentar la existencia de una forma más sencilla, honesta y fuerte…

“Girasoles decaídos tras una larga noche de sombras oscuras, que despertaron una mañana abriendo sus pétalos a la luz del amanecer, elevaron sus corazones hacia el cielo y no necesitaron más motivo, para colmar el nuevo día, que girar en dirección al sol…”

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Somos flechas lanzadas por la vida, en cada elección marcamos nuestra proyección, nuestro destino, todas las elecciones que hice convergieron en este lugar, en este camino…

Y es cierto que elecciones muy importantes hube de hacer antes de viajar a Perú. Cualquiera podría pensar que cruzar el océano, hoy en día, no tiene nada de extraordinario: muchas personas pueden aprovechar el mes de vacaciones en conocer otros países, más o menos exóticos. En mi caso, sin embargo, fue una cuestión de conseguir más tiempo del que se requiere para hacer turismo. Desde siempre, más que la figura del turista, me interesó la del peregrino, o viajero que se busca a sí mismo en otras culturas o formas de entender la vida. Hay viajes y viajes, pero los más auténticos, pienso yo, son aquellos que nos devuelven a casa como seres diferentes y más acordes con nuestra verdadera naturaleza.

… Sin embargo, lo más extraordinario de esta experiencia es que podría haber sucedido, y puede suceder, en cualquier lugar del mundo. Lo más sorprendente es que las voces que suenan en estas páginas podrían ser, en esencia, las de cualquier persona que se baja un rato del mundo con el propósito de descubrir quién vive bajo los ropajes diseñados por su tradición, cultura o circunstancias vitales…

Al son de los vientos

Una Voz quiere convertirse en Palabra y decir lo que Sabe, pero los guardianes de la sapiencia la tienen aprisionada entre el pecho y la garganta. Acaso sea porque llega este Verbo con una afirmación rotunda que anula sin cautela todo aquello que yo sabía: NADA SABES DE LO QUE CREES SABER... El Instante decide si combato con esta Verdad naciente o me muestro coherente con esos trozos de verdades que se convierten en mentiras concretas, las que tod@s acordamos por avenencia.  Mas, por un momento, aunque sólo sea por uno muy breve, sé que la Palabra eligió mostrarse en esta conquista, pues siento que su danza vivificante traspasa los límites que la aprisionaran antes.
A veces también sucede que el discurso coherente se rebela imponiéndose, pero no llega sino hasta donde la experiencia llega. No logra estirarse más allá de sus límites si no hay emoción ni fuego que lo sostengan. Se rompe así, en el mismo momento de pronunciarlas, la cohesión interna de las ideas, cual si fueran frágiles bocanadas de humo que se deshace al salir de la chimenea. Entonces llevo las frases de regreso a la piel del tambor, al canto, a la hondura del pecho, para que mis palabras beban de la fuente del sentimiento. No pasa nada si antes de alzarse al vuelo enmudecieran unos segundos en el latido primero ya que un renacido impulso las hace siempre danzar de nuevo.
¡Palabra que en tus altos vuelos te enamoras de un canto y un latido! ¡Ven! quédate un rato en la solidez de mis ramas. Haz tu nido de esperanza entre tantas ideas que se balancean al son de los vientos, para que un día cercano canten de dicha tus sílabas, para que tu música colme el vacío de tantas frases que quedaron secas en el olvido.

Girasoles al Amanecer en Samba Brasil Horta  – Barcelona

¡¡¡Gracias, amig@s, por sumar tantas notas a este Encuentro!!!

Creación Literaria

– Para mí la literatura es un vehículo, no un fin. Sé lo importante que es aprender a manejar el vehículo -y en todo taller literario se indaga en los mecanismos, en la técnica – pero lo que me interesa en verdad es adónde me lleva éste. Viajar. Viajar a través del silencio y del pensamiento, de la imaginación creadora, que no es lo mismo que fantasear, aunque bien es cierto que no esquivo la voz de la fantasía cuando viene a dictarme un párrafo o me deja una imagen para que trabaje sobre ella.

– Escribo por vocación, o, aunque parezca paradójico, por necesidad de transformarme en lo que, en esencia, ya soy. La vocación, en este contexto, sería algo así como girar la mirada hacia el mundo del pensamiento; escribir, decirle a una imagen mental que la has mirado, que la has visto, y disponerte a traducirla en palabras sobre el lienzo blanco de una página. Hay una metamorfosis en este proceso que te acaba transformando personalmente, de tal manera que las mutaciones que he ido teniendo a lo largo de mi proceso vital han sido primero transformaciones en mi manera de mirar.

¿De qué hablamos cuando hablamos de poesía?

Deshacer ese verso,
quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma…
Aventad las palabras….
Y si después queda algo todavía,
eso
será la poesía.  –

“Versos y oraciones del caminante” de León Felipe

* * *

CONSEJOS DE FEDERICO GARCÍA LORCA:

1. El poeta no debe abrigar ningún manto para abrigar las carnes ajenas: ¡antes al contrario! Debe dejar las cosas expuestas al frío y al calor.
2. Donde se alza la rosa hermética de la encrucijada, allí debes cantar tu canto (vertical y firme).
.3. Debes llenar de nubes tus poemas para que alguna vez lluevan sobre ellos y no se sequen demasiado.
4. Entre un poema y un árbol hay la misma diferencia que entre un río y una mirada.
5. No olvides nunca, para tu mejor gobierno, que la rana critica durísimamente el delirante vuelo de la golondrina.
6. Tan misteriosa es la forma y el sonido de una palabra (como) su significado real.

Con el Club de Creación Literaria // Instituto Pablo Rueda // castillo de locubín – jaén

¡¡¡Gracias, amigas, por permitirme unos renglones en ese espacio tan ameno que estáis creando!!! 

Acción Poética

Yo contemplo la poesía como la flor del pensamiento. Aborde cada poema el asunto que aborde, siempre porta entre sus estrofas una emoción, un color, un perfume para quien se detiene a respirarla.

Desde esta perspectiva, la Naturaleza es una gran poetisa. Hay que fijarse cuántas flores nos regala, sobre todo en primavera.

El poema escapa de la mente discursiva, no explica nada, y sin embargo lleva en sí mismo la esencia de un recorrido, para quien guste de esencias ¡claro!

La poesía es el tiempo que se detiene en un instante para verse, siempre por vez primera, en el anverso de lo que siempre vemos y, a veces, incluso estamos hartos de ver…

14 DE febrERO // En LER LIBRERÍAS DE Alcalá de Henares «Acción poética»

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¡¡¡Gracias, amig@s, por esa atención y receptividad que permitió a la inspiración escribir una nueva página!!!

Semillas de un Sueño

Autora: Angela Castillo // Género: Narrativa

Sinopsis: Los protagonistas de esta historia hacen un recorrido por el paraíso de la ilusión, en el Camino de Santiago, para desembocar en las tinieblas del desamor, cuando interfieren las desavenencias de sus circunstancias externas…

Semillas de un sueño que sutiles manos sueltan al azar, agarrándose a suelos áridos. Diminutos brotes de una flor que asoman tímidos al corazón y son aplastados por la realidad…

“¿Y qué es el amor, ese cielo que la saeta de Cupido nos deposita en el corazón o ese infiernos en el que agonizamos cuando la flecha está envenenada por el miedo…?”

* * *

semillas de un sueñoSemillas de un Sueño es una historia de amor y desamor, un intento de expresar y entender la escala emocional inherente a toda relación amorosa. Al escribir esta obra trascendí muchos planteamientos erróneos sobre mi visión del amor: el miedo a fundirse en el otro, la falta de compromiso, las expectativas, la rutina, la soledad, el sentimiento de abandono… Trabajar en esta obra supuso un cambio de dirección en mi búsqueda, un desviar la mirada hacia dentro; o, parafraseando una de sus páginas, se podría decir que lo viví como un dejarse caer hasta el fondo, sin oponer resistencia alguna. Y allí donde se pierden las largas extremidades de la dualidad, donde no existe lo profundo o lo elevado, lo bueno o malo, lo masculino o femenino, me encontré con lo que hay, o sea, nada. Nada que perder. Nada a lo que aferrarse, todo es un juego en el que la nada se distrae soñando el universo de las cosas…
En las páginas de Semillas de un sueño hay más ingenuidad que experiencia, más sinceridad que habilidad, más desnudez que documentación y más corazón que técnica. Sin embargo, esta obra fue un solo paso, quizá más importante por ser el primero, pero un solo paso no hace un camino…

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Razón y Locura

La diferencia esencial entre el poeta y el filósofo no está, como se ha creído hasta ahora, en que el poeta hable en verbo rítmico, cristalino y musical, y el filósofo con palabras opacas y doctorales, sino en que el filósofo cree en la razón y el poeta en la locura.
El filósofo dice:
– Para encontrar la verdad hay que organizar el cerebro.
Y el poeta dice:
– Para encontrar la verdad hay que reventar el cerebro, hay que hacerlo explotar. La verdad está más allá de la caja de música y del gran fichero filosófico. Cuando sentimos que se rompe el cerebro y se quiebra en grito el salmo en la garganta, comenzamos a comprender. Un día averiguamos que en nuestra casa no hay ventanas. Entonces abrimos un gran boquete en la pared y nos escapamos a buscar la luz desnudos, locos y mudos, sin discurso ni canción…”
Presentación de SEMILLAS DE UN SUEÑO en el Centro Social de Castillo de Locubín – Jaén